jueves, 3 de mayo de 2018

El acervo de la loma, pecado y absolución


Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad  Mariológica Colombiana

Los bogotanos al consultar el calendario para 1830 supieron que estaban en el año 7029 de la creación del mundo y en el 4787 después del diluvio universal. Esas épocas cobijaban la manera de arrancar hojas a los almanaques para regular la vida cristiana de acuerdo con las fiestas señaladas por la Santa Madre Iglesia.

Los festejos religiosos, asignados a la sociedad por la tradición eclesial, tenían uno especial: las carnestolendas.  Estas comenzaban en el famoso domingo de quincuagésima, tres días antes de la Cuaresma.

La parrada del carnaval logró un equilibrio entre el canto pagano,   la alegría de los mestizos y la devoción del pueblo raso. El punto geográfico de ese encuentro estuvo en los alrededores de la capilla de Nuestra Señora de la Peña ubicada sobre el cerro más conocido de la capital, Los Laches.

El paraje, de misteriosos encuentros místicos, tenía las trochas hacia la ermita Vieja, el camino de herradura para Choachí y varias hectáreas de despoblados matorrales. Allí se presentó un choque de costumbres, las religiosas y las mundanas, contra el folclor campestre.

La maleza oyó cantar coplas para enamorar a las chinas volantonas, hijas de los arrieros calerunos, en cuyas trenzas negras se enredaban las amapolas que acariciaban los acordes del tiple. Después de la misa, en los potreros comenzaba la gran francachela y como piquete se escribe con chicha, decían en la época, la fuerza del ensueño desbocado pronto haría del sentimiento un ardor que escandalizaba a las buenas matronas de los rancios linajes españoles.

De la promesa de bendición nupcial se pasaba al arrejunte porque el calendario así lo tenía determinado. La circunstancia del asueto aportaba el trascendental motivo de la orgía. Mancha terrible que condenó al ostracismo cultural al rincón colonial más bello de la ciudad, el milagro de la santa fe.

La algarabía de aquellas fiestas tuvo su esplendor durante el singular y belicoso siglo XIX. La opulenta magnificencia de los sujetos anónimos acorralada por su desenfreno quedó tatuada en los arrabales de su montaña. El almanaque así lo confirma.

La Biblioteca Nacional de Colombia conserva algunos ejemplares donde la romería a la casa de Nuestra Señora de la Peña era una ocasión de obligatorio cumplimiento. Sin embargo, no todos los autores y editores tuvieron la gentileza de incluirla en las notas de sus calendarios. Quizás estaban escandalizados por las trifulcas entre labriegos, las habladurías de las sirvientas y las grescas entre granujas. Además, de los desmanes de los peregrinos enamorados del jolgorio desenmascarado.

Los ecos de las carnestolendas de la Peña hicieron sonrojar a más de un alguacil y a sus agentes. Entonces, los encargados de señalar aquellas fechas decidieron omitirlas de sus calendarios.

Por ejemplo, don Francisco José de Caldas y Tenorio guardó un riguroso silencio sobre aquel tema de vieja data. En el almanaque para el año de 1811 calculado para el Nuevo Reyno de Granada el dato fue pasado por alto.

En el Almanaque de las Provincias-Unidas del N.R. de Granada para el año bisiesto de 1812 tercero de nuestra libertad, Caldas ratificó su sentencia de silencio sobre el tradicional festejo de pura cepa bogotana. ¿Sería por eso que lo apodaron El Sabio?

La guachafita, en bogotano antiguo, se abrió paso en la memoria y los calendarios la registraron. Los ejemplares que sobrevivieron al olvido y a la hoguera ilustran esta fiesta folclórica que formó parte de los deliciosos momentos de la construcción de los valores de la identidad bogotana. La lista de algunos relata la importancia del acontecimiento.

1. 1830. Bogotá, Calendario para la República de Colombia, calculado para el año de 1830 por el señor José Ramón Esteves. Impreso por J. A. Cualla.

“21 de febrero. Domingo de quincuagésima, san Félix obispo y C.F.  Carnestolendas. Bendición papal para los cofrades de Ntra. Sra. de la Peña en su ermita”.

“2 de mayo. 7 años y 7 cuarentenas de perdón para los cofrades de la Peña”.

2. 1838. Nuevo almanaque político y mercantil de la Nueva Granada para el año de 1838.

Nota. Pág. 26.  “(B.N.P.S. P.) Bendicien (sic) papal para los hermanos de N. Sra. de la Peña visitando su capilla”.

(Y. P. N. S. P.) Indulgencia plenaria para los cófrades de Nuestra Señora de la Peña”.

3. 1838. El primero de enero. Almanaque nacional, o, Guía de forasteros en la Nueva Granada para el año de MDCCCXXXVIII. Impreso por J. A. Cualla.  

25 de febrero. Domingo de quincuagésima. San Modesto Obispo. Carnestolendas,

“Bendición papal para los cofrades de Ntra., Señora de la Peña”.

4. 1847.   Almanaque calculado para el año de 1847. Por el doctor Benedicto Domínguez.

“(I.P.N.S.P.). Indulgencia plenaria para los cofrades de Ntra., Señora de la Peña”. (Pág. 3).

5. 1848. El 5 de marzo. Calendario o almanaque calculado por el meridiano de la Nueva Granada para el año visiesto [sic] de 1848.
“Dom. de quincuagésima. San Eusebio y compañeros mártires.  Carnestolendas. Bendición papal para los cofrades de Ntra. Sra de la P.”

6. 1849. El 18 de febrero. Bogotá. Almanaque para 1849. Imprenta de Ancízar.

“Domingo de quincuagésima. Santos Eladio, Simón obispo mártir. (B.P.N.P.). Carnestolendas”.

7. 1851. El 2 de marzo. Bogotá. Calendario de cartera para el año de 1851: con una profecía del porvenir de la Nueva Granada. Imprenta de El Día, por J. Ayarza. 

“D. de Quincuagésima. San Simplicio obp. Carnestolendas. (B. P.) En la Peña”.

29 de septiembre. “S. Miguel Arcángel...7 años y 7 cuarentenas de perdón para los cofrades de Ntra. Sra de la Peña en su Iglesia”.

8. 1854. El 26 de febrero. Bogotá. Almanaque para el año de 1854 arreglado al meridiano de Bogotá comprende la preparación científica del almanaque de 1812, escrita por nuestro ilustre y malogrado compatriota Francisco José de Caldas. Las principales épocas de la historia sagrada, eclesiástica, profana y de las ciencias con las más notables de Colombia y Nueva Granada: y por último compendio de la historia eclesiástica del arzobispado.  Imprenta Imparcial.  

“Domingo de quincuagésima. San Baldomero confesor. Bendición papal para los cofrades de N. S. de la Peña en su iglesia. Carnestolendas”.

9. 1857. El 22 de febrero. Bogotá. Almanaque para 1857.

“Carnestolendas. Bendición papal en la Peña. Indulgencia plenaria en las tres órdenes de San Francisco”.

10. 1858. El 14 de febrero. Bogotá, Almanaque para 1858.  Con el lenguaje de las flores. Variante de título: Almanaque para 1858, calculado para la Nueva Granada: Único lejitimo[sic]. Imprenta de la Nación.   

“Carnestolendas. Indulgencia plenaria en la iglesia de la Peña”.
29 de septiembre. “San Miguel Arcángel...7 años y 7 cuarentenas de perdón para los cofrades de Nuestra Señora de la Peña en su Iglesia”.

11. 1862. El 2 de marzo. Bogotá, Almanaque para el año de 1862. Imprenta de Nicolás Gómez.

“Carnestolendas. Indulgencia plenaria y bendición papal en la ermita de la Peña”.

12. 1866. Bogotá. Almanaque de Bogotá y guía de forasteros para 1887. Por José María Vergara. Imprenta de Gaitán.

“Capillas y ermitas. La Peña consagrada en 1717”. (Pág. 355).

El templo de Nuestra Señora de la Peña sobrevivió a la dictadura de las tropelías porque el Niño que carga la Patrona en sus brazos predica un evangelio de perdón. Indulgencia que la ciudad no perdonó. Su distancia indiferente permitió que la devoción por esta advocación, tan famosa por sus favores de intercesora, cayera en un olvido caprichoso repleto de miedos y mitos que no pudieron cercenar de la historia su encanto señorial y celeste.

Y como la palabra almanaque es un término heredado de la lengua árabe al-manakh que traduce “ciclo anual”, su semántica no terminó ni se quedó atrás pues su impulso temporal continúa. El calendario de santuarios marianos correspondiente al año 2017, diseñado por los Caballeros de la Virgen, ilustró el mes de marzo con la imagen de la querida capilla de Nuestra Señora de la Peña donde el alma se cura del repertorio del olvido.


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