jueves, 31 de marzo de 2022

San Bernardo Homilía 4 sobre «Missus est », n. 8-9

 

«No temas, María» (Lc 1,30)

Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librado si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida…

No tardes, Virgen María, da tu respuesta. Señora Nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los abismos y los cielos esperan. Mira: el rey y señor del universo desea tu belleza, desea no con menos ardor tu respuesta. Ha querido suspender a tu respuesta la salvación del mundo. Has encontrado gracia ante de él con tu silencio; ahora él prefiere tu palabra. El mismo, desde las alturas te llama: «Levántate, amada mía, preciosa mía, ven…déjame oír tu voz» (Cant 2,13-14) Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna…

Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento. «Aquí está la esclava del Señor, -dice la Virgen- hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1, 38).

viernes, 25 de marzo de 2022

La Anunciación, el precepto de la gracia


  

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

El asombro de María ante el saludo del ángel impresionó al celeste mensajero. San Gabriel comprendió al instante el misterio de la Inmaculada Concepción, razón explicativa de su misión.

El encuentro de las criaturas preparó el escenario para el diálogo entre el Supremo y la doncella. La respuesta de la Virgen agregaría la naturaleza humana a la segunda persona de la Trinidad. El Creador aguardaba una contestación para la unión hipostática.

El veredicto mariano, en su santa prudencia, aguardó sublime. La turbación humilde de la sierva cuestionó la salutación. El arcángel conmovido abrazó la dimensión absoluta de su tarea. Debía inclinarse ante su soberana. Con serenidad diplomática respondió: “No tengas miedo, María, porque has encontrado gracia ante Dios”. (Lc 1,30). Y profundizó su discurso en la historia del Antiguo Testamento hasta la casa de Jacob. No fue suficiente. Quedaba un planteamiento para resolver. El interrogante era requisito sine qua non para la estructura del milagro. “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lc 1, 34). La defensa de su virginidad era el don imperativo de su infinita pureza. Los hijos de la duda buscarían en ese discernimiento magnífico, para recibir al Verbo, la excusa de su apostasía. La indomable castidad abría así la esperanza de su modestia a la voluntad omnipotente del Señor. “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios’. (Lc 1, 30). El mandamiento de la santidad quedó escrito en el corazón de Dios: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. (Lc 1,28).


jueves, 17 de marzo de 2022

Oración a Nuestra Señora de la Peña

 



Santísima Virgen de la Peña, por voluntad divina te apareciste un 10 de agosto de 1685 en el cerro de Bogotá y te consagraron como Reina y Alteza de nuestra ciudad.

 Te pedimos perdón desde el fondo de nuestro corazón, porque te hemos tenido olvidada y no valoramos tan celestial aparición.

 Viniste con san José y en tus tiernos brazos nos traes al Niño Jesús y junto a ti está Miguel sosteniendo a Jesús Sacramentado, que quiso quedarse con nosotros consagrado.

 Oh Madre Amorosísima, toma bajo tu protección nuestra querida Bogotá, preservándola de todo ataque del maligno, de todo desastre natural, de toda corrupción, de todo ateísmo, de todo vandalismo, de toda revolución, de toda guerra y enfermedad; líbranos de ofender a Nuestro Creador y a tu Inmaculado Corazón.

 Madre Amorosísima de la Peña, protege a todas las familias y cubre con tu manto a todos con tu inmaculado Corazón.

 Madre Amorosísima de la Peña, protege a todas las familias y cubre con tu manto a todos los habitantes de tu amada capital.

 Soberana Reina que todos tus hijos vivamos en la voluntad de Dios con tu santa bendición.

 Amén”.

Autor anónimo. Material enviado por wasap.

 

jueves, 10 de marzo de 2022

Nuestra Señora de Zarvaniza, Ucrania es tuya

Juan Pablo II , 2001


Bienaventurada Virgen María, Nuestra Señora de Zarvaniza,

te doy gracias por el don de encontrarme en la Rus' de Kiev,
desde la cual la luz del Evangelio se difundió por toda la región.

Ante tu icono milagroso, conservado en esta iglesia de San Nicolás,
a ti, Madre de Dios y Madre de la Iglesia,
te encomiendo mi viaje apostólico a Ucrania.

Santa Madre de Dios,
extiende tu manto materno sobre todos los cristianos
y sobre todos los hombres y mujeres de buena voluntad,
que viven en esta gran nación.

Guíalos hacia tu Hijo Jesús,
que es para todos camino, verdad y vida.

 


martes, 1 de marzo de 2022

María Santísima, tu catedra está vigente

 



Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

El blog de la Sociedad Mariológica Colombiana cumple hoy 10 años de investigar, escribir y publicar documentos de teología mariana bajo la intercesión de Nuestra Señora de la Peña, Patrona de Bogotá.

El espacio editorial asumió el reto de reemplazar a la revista Regina Mundi y a Ecos del Santuario dos impresos nacidos del genio pastoral del padre Ricardo Struve fundador de la academia de estudios marianos, 1959.

El cambio, de la imprenta al Internet, implicaba un desafío en los formatos de entrega. Eran 55 años de comunicar los estudios de la ciencia teológica a unos devotos elegidos del clero. El primer cuaderno mariano, publicado desde el Santuario de Nuestra Señora de la Peña, estaba fechado el 11 de marzo de 1957.

 

La osada propuesta pasó al debate de la junta directiva.

La afirmación del cuórum, la que ordenaba al cambio permanecer en la costumbre, resultó lapidaria: “No es admisible. Aduras penas producimos tres números de la revista por año para publicar 15 ponencias. Y ahora se piensa en realizar 50 entregas al año. Repetimos, no es posible”.

Es justamente la imposibilidad productiva de entregar artículos a los lectores laicos el encendido del impulso vital para la utopía. El silencio, previo a la voracidad de la aventura, fue roto por una frase de fiesta y tragedia: “No tenemos vino”.

Esta es la entrega número 518. La inverosímil quimera, opción de lo imposible, quedó atrás porque la palabra se convirtió en tinta. Gracias, Virgen de la Peña.