jueves, 29 de junio de 2023

María, el tesoro colonial de Santafé

  



 

“He bajado al nogueral para ver la floración del valle, para ver los brotes de la vid y si florecen los granados”. (Ct. 6,11).

 

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

Nuestra Señora del Campo guarda en su corazón inmaculado una de las múltiples bendiciones del Altísimo para su querida Bogotá, la candidez de su mirada eterna.

La historia de esa advocación está tejida por las añejas tradiciones de antaño con un arraigo de noble prosapia y delicado solar. Una inclinación de cabeza y una avemaría de rodillas frente a su camarín en el templo parroquial de San Diego, en el Centro Internacional, bastan para reverdecer un acervo que sobrepasa los cuatro siglos de fidelidad generacional. El reverente sosiego ante su realeza se extiende lejano a estas líneas del ordenador. Ellas sólo intentarán rememorar la presencia de la Rosa Mística en la ciudad marial.

Los anales en el Archivo Nacional de la Nación, la sapiencia de los investigadores, laicos y religiosos, y la honrada tradicional oral le sugieren al lector un sendero delicioso. Él deberá buscar en la biblioteca familiar la encantadora narrativa de la intercesión en favor de los labriegos granadinos de los siglos castellanos.

Mientras algún devoto idealista inicia las pesquisas, sus heroicos hijos hacen esfuerzos por mantener intacto el bagaje cultural y el signo de la gracia que representa su escultura. Esta hoja digital se permite recordar que la fiesta patronal es el próximo dos de julio.

La crónica del milagro se redactó junto al cincel del maestro Juan de Cabrera, el abandono en una quebrada y los ángeles talladores.

 

jueves, 22 de junio de 2023

Salve a María Santísima en su advocación del Campo

¡Oh! ¡Salve, salve, salve

 a ti Reina del Cielo

de los hombres consuelo

y Madre de piedad!

Salve lirio del campo,

purísima azucena

salve, de gracia llena                                              

océano de bondad.

 

Dulzura y vida nuestra,

refugio y esperanza

todo por ti lo alcanza

el hombre en su orfandad:

porque en tu mano campo

tienes rico tesoro,

y son sus flores de oro

de inmensa caridad

 

¡Oh! Salve, a ti llamamos

 

Los tristes desterrados,

de miserias cercados

en este negro mar:

que a ti madre mía,

a ti es que suspiramos

a ti a quien invocamos

llorando sin cesar.

 

Dulcísima abogada,

compasiva nos mira,

y aplaca la justa ira

de nuestro amante Dios;

y cuando acabe el crudo

destierro en que gemimos,

sálvanos pues pusimos

nuestra esperanza en vos.

Del Campo ¡Oh Dulce Madre!

a tu Hijo Sacrosanto

muéstranos, por el llanto

que baño vuestra faz.

¡oh clemente María,

dulcísima y piadosa!


Tomado de Historia y novena de María Santísima Madre de Dios y Señora Nuestra en su imagen y advocación del Campo.

Imprenta de Espinosa por José Ayarza, 1845.

Foto Julio Ricardo Castaño Rueda.









                                                                                                         

viernes, 16 de junio de 2023

Colombia y el Sagrado Corazón de Jesús. Decreto 820 de 1902.

                                                      Foto Julio Ricardo Castaño Rueda
 


“Por el cual se dispone la celebración de una solemnidad religiosa.


El Vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo,


CONSIDERANDO:

Que es un deber del Gobierno poner medios de todo linaje para conseguir la pacificación de la República y que uno de tales medios es cooperar á la realización de los deseos expresados por el Illmo. Sr. Arzobispo de Bogotá, en su importantísima Carta Pastoral de 6 de abril del corriente año,

DECRETA:

Art. 1.° El Gobierno, en su propio nombre y á nombre de la Nación que representa, hace el voto que aquel Prelado propone, esto es, el de cooperar á la pronta edificación de la iglesia que en honor del Sagrado Corazón de Jesús se ha empezado á levantar en esta ciudad.

Art. 2.° Con tal fin, en un día de junio próximo, se celebrará en el templo que se designe, de acuerdo con la autoridad eclesiástica y á costa del Erario público, una solemne fiesta religiosa, después de la cual se verificará una peregrinación al templo que se está edificando en esta ciudad en honor del Sagrado Corazón de Jesús. En ese sitio se pronunciará, por el orador que oportunamente se designe, un discurso relativo al objeto con que se celebran las funciones de que se ha hablado, y se recogerán las cuotas con que los concurrentes quieran contribuir para que se concluya la construcción del mismo edificio.

Art. 3.° El Gobierno invitará á los actos expresados á todos los empleados públicos y á todas las personas que, como él, estén animadas del deseo de la paz y de los bienes que han de venir con ella.

Art. 4.° Por el Ministerio de Gobierno se dirigirá una circular á los Gobernadores de los Departamentos, en la que se les excite á promover en las capitales de ellos y en cuantas poblaciones sea posible, solemnidades análogas á las que han de verificarse en esta ciudad, y á recaudar fondos para la terminación del templo del Corazón de Jesús.

Art. 5.° El Ministerio de Gobierno se entenderá con el Illmo. Sr. Arzobispo para todo lo tocante á la ejecución de este Decreto.

Comuníquese.

Dado en Bogotá, á 18 de mayo de 1902.

JOSÉ MANUEL MARROQUÍN

 El Ministro de Gobierno,

 Francisco Mendoza P.

 El Ministro de Relaciones Exteriores,

 Felipe F. Paúl

 El Ministro de Hacienda,

 José Ramón Lago.

 El Ministro de Guerra,

 Aristides Fernández

 El Ministro de Instrucción Pública,

 José Joaquín Casas

 El Ministro del Tesoro,

 Agustín Uribe”.

 

domingo, 11 de junio de 2023

María y Corpus Christi


 "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre." (Jn 6, 51). Foto Julio Ricardo Castaño Rueda.

Por Juan Pablo II

Ave, verum, Corpus natum de Maria Virgine!

¡Salve, Cuerpo verdadero nacido de María Virgen!

En la fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo nuestro agradecimiento sube con gratitud al Padre que nos ha dado el Verbo Divino, Pan vivo bajado del cielo; y este agradecimiento se eleva también con alegría a la Virgen, que ofreció al Señor la Carne inocente y la Sangre preciosa que recibimos en el altar. Ave, verum Corpus: Cuerpo verdadero, concebido realmente por obra del Espíritu Santo, llevado en el seno con inefable amor (Prefacio 11 de Adviento), nacido por nosotros de María Virgen: natum de Maria Virgine.

Ese Cuerpo y esa Sangre divinos, que después de la consagración están presentes en el altar, y son ofrecidos al Padre, y se convierten en comunión de amor para todos, fortaleciéndonos en la unidad del Espíritu para fundar la Iglesia, conservan su matriz originaria de María. Ella ha preparado esa Carne y esa Sangre, antes de ofrecérselos al Verbo como don de toda la familia humana, para que Él se revistiese de ellos convirtiéndose en nuestro Redentor, Sumo Sacerdote y Víctima.

En la raíz de la Eucaristía está, pues, la vida virginal y materna de María, su desbordante experiencia de Dios, su camino de fe y de amor, que hizo, por obra del Espíritu Santo, de su carne un templo, de su corazón un altar: puesto que concibió no según la naturaleza, sino mediante la fe, con acto libre y consciente: un acto de obediencia. Y si el Cuerpo que nosotros comemos y la Sangre que bebemos son el don inestimable del Señor Resucitado para nosotros viadores, lleva también consigo, como Pan fragante, el sabor y el perfume de la Virgen Madre.

Vere passum, inmolatum in cruce pro homine. Este Cuerpo padeció realmente, y fue inmolado en la cruz por el hombre.

Nacido de la Virgen para ser oblación pura, santa e inmaculada, Cristo realizó sobre el altar de la cruz el sacrificio único y perfecto, que cada Misa renueva y hace actual de manera incruenta. En ese único sacrificio tomó parte activa María, la primera redimida, la Madre de la Iglesia. Estuvo al lado del Crucificado, sufriendo profundamente con su Unigénito: se asoció con espíritu materno a su sacrificio; consintió con amor a su inmolación (cf. Lumen gentium, 58; Marialis cultus, 20): lo ofreció y se ofreció al Padre.

 Cada Eucaristía es memorial de ese Sacrificio y de la Pascua que volvió a dar la vida al mundo; cada Misa nos pone en comunión íntima con Ella, la Madre, cuyo sacrificio "se vuelve a hacer presente", como "se vuelve a hacer presente" el sacrificio del Hijo en las palabras de la consagración del pan y del vino pronunciadas por el sacerdote (cf. Catequesis en la audiencia general del miércoles, 1 de junio, n. 2; L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 5 de junio de 1983, pág. 3).


jueves, 8 de junio de 2023

“¿Quién soy yo, para que me visite la madre de mi Señor?”

 

Por San Josemaría Escrivá de Balaguer 

Cristo nos urge (cf 2Co 5,14). Cada uno de vosotros ha de ser no sólo apóstol, sino apóstol de apóstoles, que arrastre a otros, que mueva a los demás para que también ellos den a conocer a Jesucristo. Quizás alguno se pregunte cómo, de qué manera puede dar este conocimiento a las gentes. Y os respondo: con naturalidad, con sencillez, viviendo como vivís en medio del mundo, entregados a vuestro trabajo profesional y al cuidado de vuestra familia...la vida ordinaria puede ser santa y llena de Dios, que el Señor nos llama a santificar la tarea corriente, porque ahí está también la perfección cristiana. Considerémoslo una vez más, contemplando la vida de María.

No olvidemos que la casi totalidad de los días que Nuestra Señora pasó en la tierra transcurrieron de una manera muy parecida a las jornadas de otros millones de mujeres, ocupadas en cuidar de su familia, en educar a sus hijos, en sacar adelante las tareas del hogar. María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor de Dios!

Porque eso es lo que explica la vida de María: su amor. Un amor llevado hasta el extremo, hasta el olvido completo de sí misma, contenta de estar allí, donde la quiere Dios, y cumpliendo con esmero la voluntad divina. Eso es lo que hace que el más pequeño gesto suyo, no sea nunca banal, sino que se manifieste lleno de contenido. María, Nuestra Madre, es para nosotros ejemplo y camino. Hemos de procurar ser como Ella, en las circunstancias concretas en las que Dios ha querido que vivamos.

 Homilía del 04/05/1957, Es Cristo que pasa