jueves, 26 de octubre de 2023

«Vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús»

 

«Vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús»

 

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, bien entrados en el llamado “mes del Rosario”, celebramos a la Virgen bajo la advocación del Rosario. ¿Qué mejor manera de honrar a nuestra Madre que rezar el Rosario? ¡Tantas veces Ella misma se ha aparecido con “rosario en mano”! ¡A Ella le gusta! ¿Por qué? La razón es la siguiente: aunque pueda parecer que el rezo del Rosario es una manifestación de piedad mariana (desde luego, ¡lo es!), sin embargo su fundamento es cristológico, Jesús mismo. Dicho llanamente: el protagonista del Santo Rosario es Jesucristo, el Hijo de Dios nacido de María Santísima.

 

En efecto, los diversos misterios del Rosario —gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos— son como “fotografías” de momentos emblemáticos de la vida de Jesús vistos desde la mirada de María. Por ejemplo: hoy contemplamos la Anunciación del arcángel San Gabriel a la Virgen María. Es muy importante el diálogo entre el divino mensajero y María; más importante es su “sí” («hágase en mí según tu palabra»: Lc 1,38). Pero ahí lo totalmente decisivo es la Encarnación del Hijo de Dios. El protagonista es Jesucristo; María actúa como un instrumento (junto con el “sí”, le presta su vientre).

 

Si ascendemos por el segundo misterio de gozo, la Visitación de María a su prima santa Isabel, puede parecer otra vez que la protagonista de la escena es Santa María, teniendo como co-protagonista a Isabel. Sin embargo no es así: el protagonista —como siempre— es Jesús (con apenas unos pocos días de existencia humana) y el co-protagonista es Juan Bautista (también en el vientre de su madre, ya de seis meses). Ellas dos son instrumentos para el primer acto profético del Nuevo Testamento: Juan señala al Mesías ya presente en este mundo.

 

Y así transcurre el rezo de toda esa devoción: los misterios son misterios de Cristo. Con razón, el beato papa Pablo VI dijo del Rosario que «es un compendio del Evangelio». Además, el “Avemaría” —reiterada alrededor de cada uno de esos misterios— contiene en su mismo corazón el nombre de Jesús. María es bendita entre todas las mujeres porque es bendito el fruto de su vientre: ¡Jesús!

jueves, 19 de octubre de 2023

El rosario, plegaria, arma y herramienta

 

                        Camándula donada a la Virgen de Chiquinquirá por el papa Francisco, 2017.



Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

“La práctica del Santo Rosario es grande, sublime y divina. El Cielo nos la ha dado para convertir a los pecadores más endurecidos y a los herejes más obstinados”.  San Luis María Grignion de Montfort.

 

El salterio de María necesita almas con capacidades extraordinarias para comprender la fuerza evangelizadora de su voz apostólica.

La razón de la urgente obligación es el avance del pecado sobre un mundo industrializado en el arte mediocre de su propia criminalidad, conducta de relapsos.

La religiosidad de la posmodernidad, de tórridas turbulencias espirituales y conceptuales, clama por el adecuado uso de la camándula. El relativismo moral, propio de aquellos que abandonaron su alma a la deriva de sus yerros quiere adaptar la Sagrada Escritura a la dictadura de sus vicios. El remedio contra esa manía del error socializado, disfrazado de misericordia, sigue vigente en las manos de la Iglesia fiel a su unigénito fundador. La medicina celeste se llama el Santísimo Rosario, oración de súplica interminable para diseñar un taller de santos.

Y su legado se extiende dentro de la más perfecta versatilidad del combate místico. Usa la contemplación para vencer las conspiraciones del traidor al cielo, el ángel caído al abismo de su miseria, soberbia egolátrica. Ese armamento, blasón y misterio, somete a Belcebú a la humillante derrota de escuchar la historia del Dios humanado narrada por el Corazón Inmaculado de María. La rogativa de sus cuentas tiene el poder de la herramienta de la evangelización para restaurarle al hombre su origen divino, a imagen de su Creador.


viernes, 13 de octubre de 2023

María, madre de Cristo, madre de la Iglesia

 


San Agustín (354-430)


Sobre la santa virginidad,5


Aquel que es fruto de las entrañas de una única Virgen es la gloria y el honor de todas las demás vírgenes santas, porque ellas son también, como María, madres de Cristo si cumplen la voluntad de su Padre. La gloria y la dicha de ser la madre de Jesucristo resaltan en las palabras del Señor: “Quien cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12,50).

Así indica el parentesco espiritual que los incluye en el pueblo que ha sido rescatado. Sus hermanos y sus hermanas son los hombres y las mujeres santos que participan con él en la herencia celestial. Su madre es la Iglesia entera, porque ella, por la gracia de Dios, engendra los miembros de Cristo, es decir, a los que le son fieles. Su madre es también cada alma santa que cumple la voluntad de su Padre y cuya caridad fecunda se manifiesta en aquellos que ella engendra para él, hasta que Cristo quede formado en ellos. (cf Gal 4,19)...

María es, ciertamente, la madre de los miembros del Cuerpo de Cristo, de todos nosotros, porque por su caridad ella ha cooperado en la generación de los fieles en la Iglesia, que son miembros de la cabeza divina, Cristo, de manera que ella es verdaderamente mi madre según la carne.

 

jueves, 5 de octubre de 2023

Nuestra Señora del Campo, ¿un objeto de culto?


 

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana


Rechaza, en cambio, las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad”. (1Tim 4,7).

La Virgen del Campo es una advocación bogotana archivada en la memoria de la capital. Su bagaje mariológico lo compone una serie de procesos documentados, tradición y cultura.

Su participación en las costumbres de un pueblo recién bautizado marcó el derrotero de la construcción de su esencia didáctica. El peso argumental de los milagros y sus testimonios, quehacer misericordioso del Altisimo, motivó el asombro intelectual.

La enjertación de Dios, Trino y Uno, en la formación teológica de una naciente sociedad católica invitó a la evolución del neuma hacia el magnífico logro de buscar la verdad sin la fragilidad de la opinión.

Así, la evidencia del portento original perduró por un espacio superior a las cuatro centurias.  Allí, en esa resolución de ciclos y personas, se trazó una línea de tiempo cuya lectura crítica puede ser estudiada por los ojos de la fe o sin ellos, ceguera del relativismo.

La realidad contundente, exacta y veraz, del prodigio fue examinada por las disciplinas liberales de la incredulidad y el interrogante. El veredicto, solución y sentencia, anotó: era la voluntad del Creador.

La potestad del Verbo, el logos, en sus variados matices semánticos estableció una relación intrínseca con la belleza del Ser. “El hágase” se tradujo en la gestación de la vida inmortal sobre la nada.

En síntesis, la estatua del templo de San Diego es la representación tangible de un principio metafísico, la bondad de Nuestro Salvador. Cualidad donde no caben los ídolos, objetos de culto degradados por su condición abominable.