miércoles, 29 de junio de 2022

Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María

Por el papa Pio XII

¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.

En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.

Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.

Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.

Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.

Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.



jueves, 23 de junio de 2022

Los resplandores del lienzo

  Cerro María Ramos, Chiquinquirá. Foto:J.R.C.R.


Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

«Los santos y las santas han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más difíciles de la historia de la Iglesia» (Exhortación Apostólica Christifideles Laici 16, 3).

La Villa de los Milagros volvió a escuchar la voz histórica de la esperanza en una homilía del pasado 4 de junio. El párroco del templo de la Renovación, fray Fabio Alexis Sánchez Morales, O.P., informó a la feligresía sobre el probable inicio formal de un próximo proceso de canonización para María Ramos.

El desarrollo de ese procedimiento deberá pasar por cuatro etapas establecidas por la Iglesia para el caso. Sierva de Dios, venerable, beata y santa.  El tiempo de aprobación para cada estadio requiere de estudios y aprobaciones específicas por parte del alto clero.

La Santa Sede, por medio de la Congregación para las Causas de los Santos, tendrá en sus manos el rumbo de esa solicitud. Por tanto, queridos amigos de Chiquinquirá, la noticia es interesante y bienvenida. Solo falta que se haga oficial. Entonces sí, la oración, la paciencia y los gastos pecuniarios se podrán extender por años y siglos, lo cual será normal.

Mientras el reloj de las devociones desgrana el pasar de las generaciones nacionales bien podría la ciencia forense, acompañada de historiadores y arqueólogos, empezar por resolver el enigma primario, ¿dónde está la tumba de la señora Ramos?

 Ella falleció en 1623 y no se guardó memoria exacta del lugar de su sepulcro. Pasaron 399 años y las flores del olvido vuelven a retoñar.


 

jueves, 16 de junio de 2022

El olvido, un documento copiado y pegado

 Foto: archivo Santuario de N.S. de la Peña , Bogotá.
 


 

 Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

 

“…y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres…” (Jn 8,32)

 

 

La historiografía de Nuestra Señora de la Peña se pasa por alto cuando se trata de relatar su participación en la vida colonial, republicana y contemporánea de Bogotá.

 

Los estudios bibliográficos sobre su fascinante hagiografía se dejan de lado por la inmediatez de la información. Los portales web y el exceso nacional del facilismo citan sin verificar las fuentes. Lo lamentable de ese episodio, investigación y publicación, es su imposición formal de un estilo informal de imprenta donde impera el error disfrazado de contundente cátedra.

Para comprender la dimensión de la equivocación, convertida en palabra impresa, se tomaron tres ejemplos para invitar a la urgente enmienda, tarea para preservar el bagaje cultural de la Nación.

Año 2019. El libro Así nació La Candelaria: una mirada a su Patrimonio Cultural.  En su página 171 consignó:

“…Leyendas populares aseguran que en los declives de la peña está enterrado aún el tesoro que don Francisco de Osuna sepultara para salvaguardarlo de sus enemigos…”

Mencionar una leyenda, viciada por una evidente mentira, genera muchas preguntas sobre la calidad del texto.

El buen Francisco de Osuna, O.F.M., fue un español que nació en 1492 y falleció pobre en 1540 sin haber salido de la hispánica península a enterrar tesoros en las faldas del tutelar cerro. La colina bogotana cambió su nombre por causa de la Virgen de la Peña en 1722 cuando su imagen de piedra fue trasladada a ese sitio.

Año 2018. OMP de Colombia publicó el artículo: “Bogotá y la Virgen de la Peña”. (Internet).

“…Los cronistas santafereños, Rodríguez Freile y Cordovez Moure para citar solo dos, han puesto en sus páginas historias fantásticas, misteriosas, milagrosas, si se quiere míticas, pero todas cargadas de un gran sentimiento religioso y de gran devoción a Nuestra Señora en las que cuentan de sus apariciones, de sus imágenes prodigiosas y de los favores recibidos…”

El cronista bogotano Juan Rodríguez Freyle (1566 - 1642), autor de El Carnero, no tenía el don de adivinar el futuro sino el de registrar los hechos pasados. Entre sus múltiples virtudes de investigador no se encontró el don de la profecía. La escultura de Nuestra Señora de la Peña fue hallada 43 años después de la muerte del ilustre soldado. Por tanto, esas páginas que se le atribuyen, no existen ni en la literatura de ultratumba.

Mientras el muy querido payanés, José María Cordovez Moure, en sus célebres Reminiscencias de Santafé y Bogotá cometió una errata con características de gazapo propio de ciertas habladurías de tertulia anticlerical. El escritor atribuyó la hechura del conjunto escultórico de la Sagrada Familia de la Peña a un artista foráneo.

“…Refiere la tradición que un presidiario español ofreció hacer la escultura en piedra que representara a la Virgen con el Niño en los brazos, san José, el ángel guardián con una custodia, y san Miguel. Dio principio a sus trabajos en un enorme bloque de piedra que encontró al oriente del sitio sobre el cual se edificó la iglesia que hoy existe. Terminado el grupo, se pensó en trasladarlo a la ciudad: fue fácil conducirlo hasta el lugar que hoy ocupa, pero imposible hacerlo avanzar más; por lo cual, y por varias otras señales misteriosas que aparecieron sobre las efigies, se vino en conocimiento de que la voluntad del cielo era que en esa misma localidad se erigiera un templo a la Madre de Dios, bajo la nueva advocación de Nuestra Señora de la Peña, hechos que fueron autorizados con la aprobación pontifical…” (Cf. Reminiscencias de Santafe y Bogotá. Primera edición digital. Fundación Editorial Epígrafe. Bogotá noviembre de 2006. Pág. 580).

La usanza referida solo existe en aquel relato. Bastaría con subir al peligrosísimo picacho del cerro El Aguanoso para leer en el papel de la realidad el yerro del cuento. ¿Tenía sentido llevar a un recluso, guardianes, obreros, ayudantes, bestias de carga y demás logística para que el tallador esculpiera la roca colgado sobre un abismo de 600 metros de altura? En 1685, los oidores de la Real Audiencia no administraban justicia con gastos inútiles ni habría dejado sin registrar semejante hazaña. Cordovez no consultó los archivos de la curia, la novena de Baltazar de Mesa ni a los miembros de la Cofradía de la Peña. Su pluma tachó la tradición oral de sus cuartillas. El redactor de costumbres tuvo como único desliz salirse de su estilo para meterse en las honduras de un párrafo de badomía.

2013. mariamadrecelestial.blogspot presentó el artículo: “10 de agosto Nuestra señora de la Peña”.

“…No en balde estaría el cura Álvarez entre los 38 firmantes del Acta de Independencia proclamada el 20 de julio de 1810.  Cuando él se dedicó de lleno a la actividad política, que lo llevó a la muerte, asumió la Capellanía El Padre Juan Agustín Matallana, también perseguido por los españoles y quien nunca recibió nombramiento oficial, pero fue uno de los mayores divulgadores e historiadores de La Peña. Después fue patrono Luis Carbonell, hermano de José María, el de la Expedición Botánica, otra víctima de Morillo. Los soldados de Nariño subían a pedir la victoria y a encomendársele a la Virgen. El 23 de diciembre se hizo una restauración de la Capilla y fue reinaugurada con la presencia de los Presidentes de la Nueva Granada y de García Rovira. En 1815 se celebró una misa de gracia con el general Bolívar...”

El tejido apresurado de esas líneas tiene el agravante de nombrar lo siguiente: “fuentes: forosdelavirgen.org; www. arquibogota.org.co”. El modelo informático de copiar, legalizado por el acceso a una red, hace estragos.

 Ejemplo, el presbítero José Ignacio de Álvarez del Basto fue el capellán del templo de la Peña hasta su muerte en 1821 y Juan Agustín Matallana estuvo dedicado a escribir la cronología del prodigio. Él dejó muy claro su oficio en su tratado: Historia metódica y compendiosa del origen, aparición y obras milagrosas de las imágenes de Jesús, María y José de la Peña que se veneran en su ermita extramuros de la ciudad de Santafé de Bogotá, Provincia de Cundinamarca en la Nueva Granada. Imprenta de C. B. Espinosa, Santafé de Bogotá, 1815. Matallana nunca fue capellán del Santuario de la Peña.

Sobre los reclutas de Antonio Nariño vale preguntar si los civiles, armados para la furrusca de 1812 y derrotados en Ventaquemada, subieron a la loma a pedir la gracia del triunfo. Quizás se confunde con los datos registrados por José María Caballero en su Diario para los días 23 y 31 de enero de 1813 cuando sí hubo romería a la Peña, eclesial y civil, para agradecerle a la Santísima Virgen la supervivencia en el combate de San Victorino, 9 de enero del año 13.

Tampoco acierta con la reparación de la capilla. Los trabajos de rehabilitación los comenzó el padre Álvarez en septiembre de 1817 bajo el régimen pacificador de don Pablo Morillo. Y los expresidentes neogranadinos no aparecieron por aquel mariano paraje porque huyeron o fueron fusilados como García Rovira, ajusticiado en la Huerta de Jaime el 8 de agosto de 1816.

La santa misa de 1815 se celebró en la catedral primada con la presencia del señor Bolívar antes de su partida para la desastrosa campaña de la costa Atlántica, fracaso rotundo.

En síntesis, ¿la corrección fraterna valió la pena?  ¿O volverán a surgir los mismos datos en otros estudios donde se copia y se pega sin más criterio que la prisa del internauta?

miércoles, 8 de junio de 2022

El legado de santa Isabel


Encuentro con María Isabel por el desconocido maestro italiano del siglo XVI en el convento de los Frailes Menores de Dubrovnik . — Fotografía editorial de stock.


 

 

 

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

“Jesús les respondió: ‘Estáis en un error, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios”. Mt 22, 29.

 

El catolicismo láit separa al creyente del evangelio de Cristo con una mezcla extraña de ritualismo y falacia.

Ese modelo, alejado de la docta doctrina eclesial, encontró un derrotero para permear las conciencias. Allí, en el trajín de la moda, se impone una condición contagiosa, equivocada y viciada de un sacrilegio soterrado.

La sutileza de la conducta inicia su acercamiento al alma ingenua con la infestación propia de una muletilla. “Mamita María” se convirtió en un código autorizado de emotividad social. La expresión se transformó en una clave, cuyos usuarios, son portadores de una realidad alternativa al mensaje bíblico.

La norma lingüística se basa en la nueva ley para comprender la voluntad de Dios sin pasar por el septiforme don del Espíritu Santo. La repetición del estribillo da acceso a la modificación de la avemaría con cambios radicales en la oración de la Anunciación, saludo de Dios a su predilecta. Las alteraciones tienen su libreto dramático con renglones de gritos, lágrimas, frases y aspavientos no adecuados para el santo rosario, síntesis del misterio contemplativo.

San Luis María de Montfort, en su obra el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, consignó en el numeral 250: “…Esto es lo que la Santísima Virgen reveló al Beato Alano de la Rupe, como se lee en su libro De dignitate Rosarii y luego en Cartagena: “Sabe, hijo mío, y hazlo conocer a todos, que es señal probable y próxima de condenación eterna el tener aversión, tibieza y negligencia a la recitación de la salutación angélica, que trajo la salvación a todo el mundo”.

La sentencia monfortiana y diáfana es menospreciada por el comportamiento del rezandero, histérico arrebato. La aversión a la obediencia hace metástasis espiritual al enquistarse ladina en las asociaciones parroquiales donde la heterodoxia inocula su desacierto al amparo del disfraz, información secreta. En este estadio es fácil observar la ordenanza dictatorial. El mandato de la “mamita” es ejercido por una artimaña manipuladora. “Me puso en el corazón que hicieras esto y aquello. Ella te mandó la escarcha para protegerte de belcebú y la veladora consagrada para evitar embrujos” entre otro sartal de embustes.

María Virgen y el padre de la mentira son eternamente enemigos por incompatibilidad manifiesta entre la luz divina y la oscuridad abyecta. Escrito está: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje”. (Gn 3,15).

Sin embargo, decadencia sin tregua, la imagen de Santísima Virgen María es manipulada, cual emisora de profecías, a escondidas de las virtudes teologales. ¿Dónde comenzó ese caos, tan en boga en la absurda normalidad de la posmodernidad sin credo?

La respuesta está en la acción deliberada de omitir el pasaje de La Visitación.

“… sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? ...” (Lc 1. 41, 43).

Santa Isabel, guiada por el Espíritu Santo, redactó la segunda parte de la avemaría y saludó con un modo superior de profundo acatamiento a su prima: “Madre de mi Señor”. No hubo, no podía haber, formalismos, coloquialismos, delirios, apodos, charlatanería, ni comadreo. Isabel estaba plena de dicha ante la presencia santificante del Verbo encarnado por gracia del Altísimo ante la humildad de la mujer Inmaculada.

La declaración idolátrica, principio de la apostasía, “mamita María”, suele enceguecer con el vendaje del fanatismo religioso. Sus fines, de exploradora de apariciones, son la mensajería del maligno.

 “…Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos…” (Mt 24,11).

Pero, ¿cómo liberar al católico frívolo de su yerro nefasto si él está convencido de saber cuál es la quinta esencia de la cuarta parte del tercer secreto de Fátima?

Quizás sea bueno volver al libro del citado santo, doctor Montfort, que en el punto 90 redactó sobre las deformaciones del culto a María.

“…Presupuestas las cinco verdades anteriores, es preciso, ahora más que nunca, hacer una buena elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. En efecto, hoy más que nunca, nos encontramos con falsas devociones que fácilmente podrían tomarse por verdaderas.

El demonio, como falso acuñador de moneda y engañador astuto y experimentado, ha embaucado y hecho caer a muchas almas por medio de falsas devociones a la Santísima Virgen, y cada día utiliza su experiencia diabólica para perder a muchas otras, entreteniéndolas y adormeciéndolas en el pecado so pretexto de algunas oraciones mal recitadas y de algunas prácticas exteriores inspiradas por él…”

El legado de Isabel fue el respeto. Ella acató, consideró y reverenció a la Madre de Jesús. La Virgen Purísima respondió en su Magnificat con un mandamiento vital para la veneración de su maternidad divina. “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones”. (Lc 1, 48).