miércoles, 17 de julio de 2019

El suspiro de María, cien años de amor



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

La nación de la ruana se apretujó en la Villa de los Milagros porque Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá bajó de su camarín para arropar el pabellón patrio con su corazón inmaculado.

La historia y la devoción, la palabra y el prodigio, la bendición y la indulgencia, la poesía y el viajero, la camándula y el tiple, la tierra y la familia se fundieron en una avemaría para saludar a la Madre de Dios vestida con una manta de algodón tejida por los muiscas.

El canto se volvió un grito enardecido empapado en lágrimas de promesero. La multitud expresó su sentir superior con ese sonido que nace en el corazón, estremece el alma y estalla en el cielo con sus ecos de dulzura inmarcesible: “Reina de Colombia por siempre serás”.

La electrizante melodía incendió un misterio trémulo. La celebración centenaria derramó sus luces por la geografía de la patria mariana. Una alegría indefinible inundó las calles del Ciudad Promesa porque el almanaque señaló el 9 de julio de 2019 como la fiesta de su realeza.

El fuego orante de los peregrinos arreció con un ímpetu de júbilo virtuoso hasta recorrer las arterias del universo tricolor. Los caminantes aceleraron sus pasos humildes ante el impulso de una prisa bendita. La piedad fatigada volvía al terruño de María

El vigor fecundo de un pueblo heroico se sublevó atronador para vociferar al viento la herencia monumental de sus abuelos: El vasallaje místico de la Patrona. Un siglo de reinado, el primero en una línea de tiempo eterna, se agitaba ilusionado por los horizontes del país.

María de Chiquinquirá pronunció su magníficat y su amada Colombia respondió: “Madre, he aquí a tu hija”.

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