jueves, 4 de abril de 2024

Jesús glorificado -resurrección- en María

Por Julián Orozco

Escuelitas de María 


Y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones -Ef. 2, 15a-; San Pablo nos da la perspectiva trasfondo de María, nos da el enfoque preciso para reconocer en aquella de quien Él -Jesús- tomó carne, la premanifestación de la gloria de la resurrección en Cristo acaecida en María. Esto nos da a entender que Pablo le da importancia a la unión entre madre e hijo de forma tan única, que en Jesús y María encuentra la plenitud de la realización biológica-humana, inseparables espiritualmente y genéticamente iguales. La iglesia en su sabia definición sobre María, Madre de Dios; -dogma de fe-; condecora a quien llevó en su seno virginal al Verbo Eterno determinándola como Theotokos -Θεοτόκος-, no sin antes advertir el preludio bajo la mirada observante de ciertos movimientos heréticos, que contrarrestaban el verdadero sentir de la Iglesia, quienes profesaban en María su fe, sabiendo que Ella es la Madre de Dios, por quien Dios tomo su carne -ὑπόστασις-; de esta manera se vio la necesidad de proporcionar una definición más clara -Concilio de Éfeso, Segunda carta de Cirilo de Alejandría a Nestorio- sobre este acontecer con el objetivo de no dejar duda alguna expuesta en el ambiente eclesial, evitando divisiones y malas interpretaciones.

Teniendo claro que María es Madre de Dios, y que Dios -Jesús- recibe de María toda su humanidad -Laudario S. Barbara Mart.; San Juan Damasceno-, se desprende todo el desarrollo teológico con respecto a la resurrección de Cristo, manifestando la realización de la salvación para toda la humanidad, obteniendo mediante la carne de Cristo la resurrección inminente -luego de su pasión y muerte-, como cuestión objetiva del acontecer subjetivo de su trascendencia divina -Beatior est Maria (…) San Agustín, De sancta virginitate, 3-, siendo el resultado de la glorificación de Jesús mediante su resurrección que es asumida en María -Santo Tomas de Aquino, S. Th., 3, q.27, a, 4-.

Por lo tanto, en su resurrección, Dios revela su gloria mediante Cristo quien, resucitado en su cuerpo recibido de María, revela todo el misterio acaecido en Nazaret, como el vencedor del mal y de la corrupción de la muerte eterna como resultante de la acción del pecado; en virtud de la misma acción de Dios en María -Concilio de Trento fomes peccati D. 1515- ; -Concilio de Trento D. 1573-, como figura de la resurrección anunciada desde la salutación angélica contenida en el Evangelio de Lucas. Por consiguiente, y concluyendo bajo el sentir de la mariología en cuanto la acción objetiva de la misma, podemos unirnos al papa Benedicto XIV: Supremo Rey de Reyes la amó de tal manera (…) parece haberle comunicado no solo la mitad de su reino (…) todo su imperio y su poder -Bula Gloriosae Dominae-.

 

Alégrate Virgen María (…) en verdad resucitó -tomado del Regina Coeli-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario