jueves, 2 de junio de 2016

“Ella está ahí”

 Hermano Gerardo Bermúdez, O.P.



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

El hermano Gerardo Bermúdez, O.P., a sus 91 años tiene la vitalidad del recuerdo marcado por Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Su testimonio sobre lo ocurrido el 26 de marzo de 1999 le trajo una alegría particular: “Yo fui el primero que la vi” y sin más preámbulos se sentó a narrar el breve instante de su eterna historia.

“Ese día hubo misa de cinco de la mañana y de seis, pero no de siete. Terminada la misa de seis, yo me quedé en la basílica paseando y rezando el rosario. Me fui caminando hasta la mampara que está después de la puerta principal en la nave central. Estaba mirando a la imagen de la Virgen, que desde ese punto es un poco retirado. A las 6:45 a.m., noté que algo raro le estaba pasando. Entonces me fui por el centro de la basílica mirando a la Virgen que se iba transformado. No fue ni una luz, ni una nube, ni un rayo. El descolorido del lienzo iba bajando así, así, hasta los pies”. Se inclinó y con sus manos dibujó en el aire la silueta de un cuerpo. Lo enmarcó en un espacio y señaló que la trasformación ocurrió de arriba hacia abajo.

“Cuando yo llegué a la baranda del presbiterio se veía el pajarito que tiene el Niño Dios en la mano. Me fui rápido para la sacristía a llamar al padre Zárate, O.P. Al regresar, junto al presbiterio, había dos personas rezando el rosario agachadas y no se daban cuenta de nada”.

Hizo una pausa y recalcó: “El jilguero se veía nítido. No era luz, no era un rayo, no era una nube. La imagen se fue trasformado y fue quedando limpia, nítida eso fue todo… pero el padre Zárate si la vio bien. Le repito: Cuando yo llegué a la baranda no estaba completa. Eso, el colorido, llegó hasta los pies. Luego quedó todo nítido: El Niño, el pajarito y los pañalitos. Miré como se veía de nítida. La transformación solo fue de la Virgen. Los santos no tuvieron nada que ver allí. Ella se transformó. El hermano Antonio Páez, O.P., que entró en ese momento al templo también la vio.

“Eso fue todo. Yo seguí pensando en el fenómeno porque yo soy muy devoto de la Virgen de Chiquinquirá. Tengo imágenes de Ella por todas partes. Ella me escogió a mí para que la viera. Yo fui el primero en verla. Esa renovación ya se había presentado en años anteriores. Yo de fechas no me acuerdo, pero ya se había renovado. Este estuvo más luminoso. Ella se fue limpiando y fue quedando limpiecita. Al terminar la manifestación se fue coloreando se fue cubriendo hasta su estado natural.

“Después del suceso me fui para el convento a desayunar porque ya eran como las ocho de la mañana. No le conté a nadie porque no me iban a creer. Ninguno de los padres dominicos le dio importancia al hecho porque estaban en el convento. Ese día no pasó nada extraordinario con la noticia. En el pueblo nadie sabía nada porque no estuvieron en el altar. En la calle, todos decían pregúntele al padre Zárate y al hermano Gerardo que fueron los que la vieron.

“Un domingo me entrevistaron y yo salí en la televisión por RCN caminando por la basílica. Ese día vino la esposa del gobernador de Tunja a enterarse del acontecimiento. Después de una de las misas me subí al púlpito, con permiso del prior Cubillos, y le conté a la gente que la Virgen se había transformado. Para mi concepto, les dije, eso es para que se den cuenta que esta imagen de la Virgen no es solamente pintura. Ella está ahí y puede manifestarse en cualquier momento para decirle a cualquier persona: yo estoy aquí”. 

Tan rápido como comenzó su relato lo terminó y se despidió muy cortés. “Eso fue todo. Muchas gracias, y que Dios lo bendiga.  Y no se olvide: Ella está ahí”.

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