miércoles, 26 de septiembre de 2018

La peregrinación de la Patrona, la frialdad del mutismo



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

La Santísima Virgen de Chiquinquirá se pregunta: ¿dónde están los colombianos, mis amados hijos?

El silencio responde atronador porque la ingratitud se puso de moda dentro de la tradicional apatía nacional por los valores vernáculos.

¿Algún periódico, independiente y tradicionalista, se ha tomado la tarea de realizar un seguimiento a los periplos de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá? Ella peregrina por su patria, la del olvido.

¿Qué pasa con el derecho a la información y la libertad de culto?

Las respuestas a las incógnitas son palabras vacías entre párrafos de letras muertas porque se trata de rescatar lo nuestro, lo autóctono, lo entrañable.

El trajín del centenario se quedó sobre los hombros de los frailes dominicos que viajan por las diócesis de Colombia. Los hijos de Santo Domingo dejan sus plegarias en los templos solitarios a donde solo concurre la montera barrial de los curiosos.

¿Será que se debe incrementar el paseo tumultuoso de más advocaciones extranjeras, con griterías, televisión y mariachis?  Quizá el vocablo muisca Chiquinquirá suena a rústico barbarismo en los delicados oídos de los educados para inclinar su vida ante la banalidad de la frivolidad foránea.

La solución salomónica, para romper el hielo de la indiferencia, podría ser la de solicitar ayuda urgente a los hermanos de Maracaibo (Venezuela). Allá la Patrona de Colombia sí tiene un altar social y cultural en el corazón de un pueblo que la ama con alma, vida y gaitas.



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