jueves, 16 de mayo de 2019

El centenario, realeza innovadora


  
Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

María de Chiquinquirá implora la misericordia del Señor, como el único orden mundial.

El llamado de la Patrona tiene los acentos patriarcales de la patria campesina. El aliento de los andariegos está suspendido en tres palabras: “Virgen de Chiquinquirá” porque la marcha de la transformación trazó su rumbo sobre las necesidades de las almas humildes.

El rosario floreció en las trochas y en las ermitas lejanas se declamó un salterio radiante. Ese ardor místico está gestado por la fiesta de la centuria, la coronación de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, 9 de julio de 2019.

El lienzo renovado descubrió semánticas intensas, diferentes y tremendas en su profundidad de restauración. El significado agitó a los corazones ciegos. Las muchedumbres anónimas volvieron a las prácticas piadosas tan amadas por sus mayores. Las barriadas de las grandes urbes prepararon las romerías. Quieren ir a visitar a la Chinca con el ritmo pedestre de antaño para contemplarla bajo el rigor dócil de las súplicas. Colombia reconoció a su Madre Morena en el resplandor de la tela tutelar.

La Nación procura la apelación del ruego. El país necesita la intercesión de la Reina de los Apóstoles para que las ideologías del error se reconcilien con la verdad. “…no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto…” (Romanos 12,21).

El empuje del milagro señaló los senderos de la conversión. La Colombia heroica, e irrepetiblemente mariana, no se detiene. Se levantó y se puso en camino para cumplir sus votos de promesera. La bandera tricolor clama de hinojos: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmo 51,10).

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