jueves, 8 de abril de 2021

La senda de María, el camino ecuménico

 


Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana.

La unidad de los cristianos, esperanza del Redentor, está invitada a encontrar en la maternidad de María Santísima una senda indivisible hacia el corazón de la Divina Misericordia.

Ella es la criatura diseñada por la voluntad de la Trinidad Santa para ser parte consustancial del Verbo.  Allí, en su seno virginal, se gestó la verdad de un misterio asombroso:  Madre de Dios, celosa guardiana de su decálogo.

Sería entonces razonable concluir, bajo la precisión de las potencias del alma en el Espíritu Santo, que María es el aglutinante perfecto para restaurar los credos y sus razones ideológicas en la unicidad trinitaria del Cristo resucitado.

Los hijos huérfanos, separados por las tradiciones atávicas de la historia cultural de la religión, no están exentos de una fe buena en la confianza. Ellos pueden encontrar en la oración universal de María, “Hágase en mí según tu palabra”, la luz definitiva que ilumine sus preguntas con las respuestas de su Unigénito.

La Iglesia católica, maestra en salir al encuentro de las almas, tiene en su doctrina la esencia gigante de la rica biblioteca mariológica, argumento total para el encuentro.

El discípulo de Jesús hallará en María, Reina de la Familia, la dinámica del acto creador del Altísimo, la humildad. María, la escuela del cristianismo, convirtió la obediencia en el sagrario del Evangelio, aula universitaria del amor salvador.

El mandamiento de María, “Hagan lo que Él les diga”, debería ser el lema del ecumenismo.


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