lunes, 5 de abril de 2021

“Rezar en comunión con María”


 


Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana.

El santo padre Francisco entró en la historia de la Mariología contemporánea por la puerta grande de los conceptos diáfanos.

El pasado 24 de marzo, la lumínica claridad pontificia generó sombras y dudas en sus detractores. El ministerio petrino fue atacado por el denuesto formal del agravio. La verborrea mediática estalló feroz por un párrafo aclaratorio dentro de su catequético sermón mariano.

“…La Virgen que, como Madre a la cual Jesús nos ha encomendado, envuelve a todos nosotros; pero como Madre, no como diosa, no como corredentora: como Madre. Es verdad que la piedad cristiana siempre le da bonitos títulos, como un hijo a la madre: ¡cuántas cosas bonitas dice un hijo a la madre a la que quiere! Pero estemos atentos: las cosas bonitas que la Iglesia y a los Santos dicen de María no quita nada a la unicidad redentora de Cristo. Él es el único Redentor…”

Esas frases propedéuticas reafirmaron una verdad universal que el católico, primariamente formado, debería comprender: Sí, María Santísima no es diosa, es criatura. Y en esa misma línea de pensamiento Ella vive obediente a la realidad omnipotente del Creador. Su fiat aceptó la misión salvadora del Redentor dentro de su alma y su vientre. Su sangre testificó la eternidad omnímoda del Dios, Trino y Uno.

La feliz aclaración del Papa crea una cátedra renovada para abordar la teología mariana desde la perspectiva dogmática: María es la Madre del Redentor y por voluntad del Altísimo colaboró, asociada al dolor de su Unigénito, en la redención del género humano.

En síntesis, rezar en comunión con María es poseer la totalidad del corazón de la Divina Misericordia, causa vital de la redención.

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