jueves, 14 de octubre de 2021

Reina de los Mártires, el signo de la Corredentora

 

 

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

“Oh Señor, roca mía y redentor mío”. (Sl 19, 14).

 

La corredención es una gracia otorgada a la criatura inmaculada por misericordia del Altísimo para el cuidado del Evangelio.

Esa merced está adherida al profundo misterio del infinito saludo enviado por Dios a la Virgen por medio de su ángel Gabriel: “Llena eres de gracia”. (Lc 1, 29).

La esclava del Señor respondió al mensajero con la acción cooperadora del fiat: “Hágase en mí según tu voluntad” (Lc 1,38), mandamiento de la santidad sublime. Así, el corazón del Padre Eterno se injertó en los latidos de la historia humana porque María entregó su alma a la servidumbre de su Hijo, El Redentor, con un amor heroico supeditado a la decisión omnipotente del Creador.

La Virgen, al recibir el Verbo Eterno en su seno, emprendió la dinámica de su apostolado humilde. Es Mediadora, Auxiliadora e Intercesora como una función derivada de su maternidad divina “porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí”. (Lc 1, 49).

La colaboración de la sierva, obediente a la obra de la salvación, se llama corredención. Su significado está escrito en los episodios evangélicos donde ejerció su tarea como la madre oferente de Jesús, salvador de los hombres, en el templo (Lc 2, 22-24) y en el calvario (Jn 19, 25-27).

En síntesis, cuando se comprenda que el culto de hiperdulía, dado a la Bienaventurada Virgen María, es proveniente del Espíritu Santo la religión y la religiosidad dejarán el debate por la semántica de un término teológico. Y los coros angélicos cantarán: “Corredentora”.  

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