Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana
“Porque durante el día la Nube de Yahveh
estaba sobre la Morada”. (Ex 40, 38)
Las ruinas de la ermita de la Peña Vieja perviven bajo el amparo delicado
de las nieblas y nubes del páramo de El Verjón. El ritmo del vértigo sobre ese punto
escabroso, de amnesia y portento, es una remembranza latente de la alianza del
Altísimo con el pueblo bogotano.
El cerro El Aguanoso fue convertido en el guardián de la historia de un
prodigio tallado en roca, el 10 de agosto de 1685. En esa fecha el orive,
Bernardino de León, encontró la escultura de Nuestra Señora de la Peña, su
unigénito, su esposo, el san José neogranadino y una corte de ángeles edecanes.
El milagro del monumento, diseñado para predicar el poder misericordioso
del Omnipotente, lo esculpió el ardor de su amor redentor. Lo cinceló el estallido
de su gracia, instante irrepetible de la bondad grabada a fuego. La perspectiva
de su trazo divino es una bendición infinita, signo de arte y tradición. Ese
episodio celestial, instalado sobre un peligroso risco de la cordillera
oriental, le recordó a los santafereños de antaño como la majestad del Señor copaba
el altar que acompañaba a las tribus de Israel en el desierto.
Hoy ese sagrario, que descendió de las rústicas alturas de una salvaje
orografía, guía los destinos de la urbe capitalina. El templo es un santuario
mariano que piadoso fundó su esperanza en Jesús, María y José para llamar a la conversión a un Bogotá díscolo por la intercesión
de María Santísima, pues “la Nube cubrió entonces la Tienda del
Encuentro y la gloria de Yahveh llenó la Morada”. (Ex 40, 34).
Foto archivo particular. Pintura Gonzalo Arango.
Definitivamente las imágenes de la Peña, fueron esculpidas por los ángeles
ResponderEliminarSin duda es un milagro de gracia superior
EliminarBendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tu graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada, María!
ResponderEliminarEstimado Redactor:
Las palabras que busco no existen, pues mi agradecimiento hacia vos no tiene comparación. Simplemente nunca dejes de escribir!
Buenos Aires, Argentina
Mil gracias. Bendiciones
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