jueves, 28 de noviembre de 2013

La Virgen de Chiquinquirá


Por Manuel Alcántara


“…Con la sangre de zumos vegetales
Con materia de patria colombiana,
Naciste de un pincel una mañana,
Espejo de virtudes teologales.

No tuviste vidrieras de cristales
Ni te anunció un repique de campanas
Peregrinos romeros con su ruana
Grabaron al amor tus iniciales…”

Tiempo y soles dejaron su vestigio,
Era solo una tela gris; muriendo,
Y el lienzo fue testigo del prodigio

Surgió la Virgen de la tela oscura,
Fronteriza del aire, renaciendo,
Desde el antiguo amor de la pintura.

 2

Está detrás del mar. Anda en el viento
Entre sones de tiples venerada,
Pero queda su imagen reflejada
Siempre en una pared del pensamiento.

La colombiana brisa con su aliento
Llega hasta mi Castilla desgarrada,
Y me cuenta su historia renovada
El aire de un bambuco que presiento.

Sobre aquel lienzo humilde y desvaído,
Sobre la tela frágil y sin arte,
Se derramó la sangre del olvido.

Y para solear trigo servía,
Hasta que una mujer vino a rezarle.
(De aquella casta de Isabel sería).

3

Chiquinquirá nos abre una ventana
Para asomarse a Dios. Por el cuadrado
De un lienzo humilde, antiguo y mal pintado
Amanece la Virgen colombiana.

Clausura fue de Dios una mañana
-Dios estuvo en su vientre clausurado-
Cuando volvió el color, resucitado,
Resonó el monte igual que una campana.

Torbellinos contaron y guabinas
El celeste portento milagroso
Se puso en pie Colombia en sus colinas.

De pronto en Tunja floreció un sendero.
Un río se olvidó de su reposo
Y con ruana el amor se hizo romero.

4
Tú que habitas, María, tu clemencia,
Propulsora del agua y los jazmines,
Inúndame la sangre y sus confines,
Desconsolada tierra de mi ausencia.

Tu corazón es roja permanencia
Prorrumpe enamorado en su carmines,
Mientras inventa el pecho altos jardines
Donde crece más pura tu presencia.

Dios nos dejó su imagen y su aliento,
Celeste privilegio colombiano,
Intermediaria Suya por el viento.

Iluminada está la senda oscura
Y la Virgen nos lleva de la mano
Por el camino azul de la ternura”.


Tomado de la revista Las Lajas. Julio de 1957, nro 96.

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