martes, 5 de noviembre de 2013

La dormición en Oriente. (Parte I)

La glorificación de la Santísima Virgen María.

Dormición en oriente – Asunción en occidente



Pbro. José Manuel Tobar Carrizosa

Sociedad Mariológica de Colombia


La dormición en Oriente. (Parte I)


La festividad de la asunta parece, efectivamente, tener un origen oriental. Esta fiesta denominada la dormición de la Virgen era la más querida en el imperio bizantino.

San Teodoro Studita, al hablar de la dormición de la Virgen afirmaba con razón:
“Mi mente no acierte a expresarse; es un misterio insólito y sublime, que sobrepasa el mundo de nuestros pensamientos. No hallo nada semejante con que poder comprobarlo, ni en él se descubre nada inmediato, indicio alguno de las cosas a nuestro alcance, sino de las que están por encima de nosotros. En tu dormición vital, distinguiéndote de todos los demás, solamente tú, con todo derecho, con todo derecho inundas de gloria a toda  tu persona en alma y cuerpo”.

                                                              Panegírico sobre la dormición. P 5. 99

Un leccionario georgiano del siglo VIII - parece reflejar las costumbres litúrgicas de Jerusalén – según el cual se celebra, el 15 de agosto una fiesta mariana en la iglesia que mandara construir la emperatriz Eudoxia en Getsemaní, lugar considerado como sepulcro de la Virgen.

Desde tiempos de san Teodoro Studita (759 – 826) su fiesta se preparó con ayuno de 15 días. Todas las tardes se cantaba el oficio llamado,  “Paraclisis”. Con tal súplica se pedía la intercesión de la Virgen ante el Señor, solicitando la curación de toda clase de males corporales y espirituales. 1

“Te has dormido,  sí, mas no para morir. Has sido asunta, mas no por eso dejas de  proteger al género humano”.

                                                        Teodoro Studita, panegírico sobre la dormición, 1b

El emperador Andrónico II  (1282 – 1328) consagró todo el mes de agosto, al  ministerio de la dormición y  asunción de la bienaventurada Virgen María.

El término bizantino propio es Koimesis (Dormición); con respecto a la iconografía de la dormición, se puede decir en general que en todas las épocas, es idéntico su  esquema.

Tras esta breve introducción. Veremos el pensamiento de tres autores griegos representativos a saber;

                                  1)  Juan Damasceno
                                  2)  Andrés de Creta
                                  3)  Germán de Constantinopla.



                                                                1 pequeño canon de consuelo, que significa a la vez intercesión y consolación.
1) Juan Damasceno.

Comienza su reflexión afirmando:

“Como denominaremos este ministerio que te define? ¿Lo llamaremos muerte? Si tu Santísima y Bienaventurada alma, según las leyes de la naturaleza, se desprende de tu purísimo y perfecto cuerpo y  si el cuerpo, siguiendo la ley  común,   es depositado en el sepulcro, no fija el, sin embargo, su morada en la muerte, ni la  corrupción lo disuelve. El cuerpo de aquella cuya virginidad  permanece intacta en el parto, no puede menos que mantenerse también incorruptible en su mismo  transito, siendo trasladada a una morada mejor y más divina, no sometida a la esclavitud de la muerte, sino perdurable por los siglos de los siglos”.
                                                      Juan Damasceno: homilía sobre la Santísima Virgen.

En una primera homilía sobre la dormición afirma el Damasceno: si el recuerdo de todos los justos requiere alabanzas ¿Quién no glorifica a la que es fuente de la justicia y tesoro de santidad? No necesita en efecto, de nuestra glorificación la que es tabernáculo del Señor de la Gloria y ciudad de Dios.

Ella desde antiguo fue escogida y predestinada por la bondad del Padre, que sin experimentar cambio alguno,  engendra al Hijo desde toda la eternidad, para la expiación de las culpas, la salvación, la justificación y la redención de los hombres.

Esta Virgen fue predestinada por el Padre, anunciada por los profetas divinamente inspirados y fecundada por el Espíritu Santo, que la colmó de pureza y santidad. Y tú,  oh Hijo y manifestación del Padre, que puedes ser abarcado, en lugar alguno, estableciste tú morada en ella, a fin de unir nuestra humildad y baja condición humana, con la excelsa e incomprensible  grandeza de tu divinidad.

Si en la Sagrada Escritura, se afirma que las almas de los justos están en las manos de  Dios, con mayor motivo hemos de pensar que la Virgen encomendó su alma a las manos del que es su Hijo y su Dios. Esta verdad  viene a ser tan manifiesta y tan clara, que no puede en modo alguno ser impugnada.  2

¡De qué modo tan maravilloso la fuente de la vida, a través de la muerte, es conducida a la vida! ¡De que manera tan extraordinaria aquella que fue madre superando las leyes de la naturaleza, ahora se sujeta a ellas, sometiéndose a la muerte de su cuerpo inmaculado! Era preciso en efecto, que lo mortal se revistiera de inmortalidad, así como por ejemplo el Señor no rehusó pasar por el trance de la muerte, y al morir en la carne nos concedió la incorrupción y vino a ser para nosotros fuente de la resurrección.

¡He aquí que el Creador de todas las cosas recibe en sus manos el alma sacrosanta que emigra de aquel cuerpo, que es el tabernáculo en que habitó el Señor! Con razón quiso Él prestar este honor a aquella que, por una altísima e inefable decisión de su bondad, al asumir Él verdaderamente nuestra carne, la hizo madre suya, sin que por tanto los padres como los apócrifos, suelen hacer referencia a la entrega del alma de María (J Ma Bover, la
asunción de María, BAC, Madrid 1947 p 312)

ello dejara de pertenecer al linaje humano. ¡Oh gloriosísima  emigración que te proporcionara la dicha de ir a habitar junto a Dios. Los ángeles y arcángeles te trasladaron, al cielo, con gozo recibe tu alma.

Las potestades celestiales, salen a tu encuentro cantando himnos sagrados con festiva alegría y expresándose con estas palabras; ¿Quién es esta que sube toda pura, surgiendo como la aurora, hermosa como la luna y escogida como el sol? ¡Oh milagro, el más extraordinario de la naturaleza! ¡Oh prodigio digno de toda admiración!

En efecto, el inicio, la continuación y el término de todos tus incomparables bienes, así como su permanencia, se funden en la concepción sin semilla, en la divina presencia y en la maternidad virginal. Por consiguiente con toda verdad, dijiste que todas las generaciones te llamarán Bienaventurada, no a raíz de tu muerte sí de tu concepción, al ser conducida a la sepultura, no quedó privada de honor, sino colmada de gracia y llena de perfume divino.

Santísima Virgen dígnate dirigir y proteger todas nuestras cosas; condúcenos al puerto de tu divina voluntad, a la eterna bienaventuranza, en que gozamos de la hermosa presencia, de la suavidad y dulzura del Verbo en ti encarnado.

La sagrada viviente, arca del Dios vivo, la cual llevó en el seno a su creador, hoy encuentra su reposo y felicidad en el templo del Señor, no construido por manos humanas.



Hoy esta sagrada paloma, esta alma inocente y pura, consagrada al Espíritu divino, ha emprendido el vuelo desde el arca de su cuerpo, que fue albergue de Dios y fuente de Vida, saliendo de este mundo, ha encontrado un lugar donde puede posar sus pies, estableciendo su morada en un mundo espiritual.

Hoy la Virgen Inmaculada, que desconoció toda afección terrena y cuyo  espíritu se sustentó de pensamientos celestiales, no retornó a la tierra, sino que siendo ella un cielo, viviente, estableció su morada en los tabernáculos celestiales. No hay error alguno en llamarla cielo, puesto que ciertamente ha sido encumbrada de un modo incomprensible y extraordinario.

Hoy el tesoro de la vida y el abismo de la gracia quedan encubiertos por una muerte vivificante. Sin temor  alguno se somete a la muerte la que ha dado a luz al vencedor de la muerte. Aunque no sé hasta qué punto puede aplicarse el nombre de muerte a este sagrado tránsito hacia la vida, pues ¿cómo podría sujetarse a la muerte aquella que nos ha proporcionado la verdadera vida?

Si Cristo que es la verdad y la vida (Juan 14, 6) dijo: donde yo estoy ahí estará mi servidor (Juan 12-26); ¿con mucha más razón no había de morar junto a Él su propia madre? Así como Ella dio a luz sin dolor, así también su muerte estuvo exenta de dolores.


El sagrado tránsito:

Los ángeles que formaban la escolta del alma de María, en medio de magníficos cánticos, la acompañaron hasta el trono real en el cielo.

¿Qué hacían las personas que se hallaban junto al venerable y sacrosanto cuerpo de María? Con gran respeto, con ferviente amor, alegría, lágrimas, abrazaban, besaban y palpaban  este sacratísimo tabernáculo.

Así como el cuerpo santo e incontaminado que la persona del Verbo de Dios asumió de la Virgen, resucitó del sepulcro a tercer día, así también era preciso que Ella fuera arrebatada del sepulcro y que como madre fuera trasladada junto a su hijo, era preciso que la que había albergado en su seno al Verbo de Dios, tuviera como morada los tabernáculos de su Hijo.

“Ven oh hermosa y amada mía, que por tu virginidad sobrepasas en esplendor  al mismo sol, tú me hiciste participe de lo que era tuyo; ven ahora a gozar conmigo de todos mis bienes. Ven, oh Madre hacia tu Hijo, para reinar con aquel que al nacer de ti compartió tu pobreza”.


2) Germán de Constantinopla:

Comienza su homilía planteándose unos  interrogantes; ¿qué cosas diré en primer lugar y cuales dejaré para después? ¿Entonaré alabanzas a tu convivencia con los mortales y celebraré la gloria de tu dormición, para pasar a la vida inmortal, en el día de tu Asunción, según el Espíritu? Ambas cosas son sumamente venerables e impresionantes.

Es evidente que cuando emigraste de la tierra, ascendiste a los cielos,  pero antes de que subieras ya participabas de los bienes celestiales, y después de tu asunción no te desligaste de los casos terrenales, pues, al incorporarte a las más altas jerarquías del cielo, te mostraste como la más excelsa entre las criaturas de la tierra.

Tú eres hallada por los que te buscan con sincera fe, todo lo cual es clara señal de vida, fuerza, de un espíritu que siempre alienta y de un cuerpo que no se disuelve. ¿Cómo en efecto, la disolución de la carne había podido reducirte a polvo y ceniza, a ti que por la encarnación de tu hijo, has librado al hombre de la corrupción de la muerte? María ha dado la vida a Jesús y el cuerpo de Ella goza de una incorruptibilidad semejante a la de Cristo.

 Un pensamiento que vino a ser  fundamental, en el siglo V, es el que afirma que una maternidad incompleta de María, respecto del Verbo de Dios, implicaría una disminución en la plena realidad del misterio de la encarnación.

Teniendo tú un cuerpo semejante al nuestro, no pudiste evitar el encuentro con la muerte, común a todos los hombres, del mismo modo que tu Hijo, que es Dios de todos, siendo de nuestra propia carne y semejante a nosotros los mortales, gustó la muerte. Así como Él obró grandes maravillas, en su sepulcro vivificante, así también las realizó en el monumento sepulcral de tu dormición, que fue albergue de la vida, de tal modo que ambas sepulturas, contuvieron verdaderamente vuestros cuerpos, pero de ningún modo lo sometieron, a la corrupción. No es admisible que tú, el receptáculo de Dios, quedaras reducida a polvo, tal como los cadáveres que se descomponen. Ya que aquel que estando en tu seno, se anonado, era Dios desde un principio, y era la vida desde antes de los siglos, fue conveniente que la madre de la vida, cohabitara con la vida, que su muerte fuera como un sueño, y que su tránsito fuera como un despertar.

Habiendo muerto para las cosas temporales, y perecederas, emigraste hacia las moradas de la eterna incorrupción, donde Dios habita y donde tú oh Madre de Dios, estás siempre junto a Él y no te apartas de su presencia.

Así, puesto que tú has venido a ser su reposo eterno, Él te llevó consigo libre de la corrupción, queriendo tenerte cerca de sí, con tu corazón y con tus palabras y por eso, cuantas cosas Tú le suplicas, Él te las concede a Ti, que lloras por tus hijos, como dice la escritura, aunque mi cuerpo duerme, mi corazón está en vela (Ct. 5, 2).

Era conveniente que tu cuerpo, que fue receptáculo de la Vida, no quedara sujeto a la corrupción de la  muerte, ni que la tumba lo recibiera de igual modo que a los demás de la raza humana, sino que al acabar tu vida y realizarse tu tránsito, hacia los cielos, tu sepulcro debía aparecer sin rastro de tu carne, pero tu espíritu no debía apartarse de la convivencia humana, gracias al poder invisible del que nació de Ti virginalmente, Cristo nuestro Dios y Señor.

Cuando Cristo Nuestro Dios, determinó que se realizara el tránsito de su Madre, que es la Madre de la Vida, le envió de nuevo a aquel ángel, ya conocido por Ella para anunciarle que estaba próximo el tiempo de ser dormición, a fin de que la muerte al alcanzarle de improviso, no le ocasionase turbación, como ocurre a los demás mortales.

Ya ha llegado el tiempo, dice el Señor de llevarte conmigo oh Madre. Así como llenaste de gozo toda la tierra y a cuantos en ella habitan, así también ahora llenarás de alegría los cielos. Goza pues de la dignidad del título de tu plenitud de gracia.

Tú te encaminarás a la vida más intensa, a un reposo de alegría, a una paz inquebrantable, un gozo imperecedero.

Ven de buen grado al que ha nacido de Ti; por medio de Ti nosotros también recibimos una prenda de vida eterna y Tú quedas constituida en nuestra mediadora al emigrar hacia Dios.

¿A quién podemos dirigir la mirada sino a Ti? Tú tienes palabras de vida, que son las súplicas que presentamos a Dios en favor nuestro, tu nombre es santo y ensalzado por los ángeles y por los hombres, por generaciones y generaciones.


3) Andrés de Creta:

Dice el autor: pienso que resulta muy conveniente y apropiado para quienes gustan de las contemplaciones de la belleza, de las cosas espirituales, que se les ofrezca algunas consideraciones acerca del glorioso e inefable misterio de la dormición de María, Madre de Dios y siempre virgen. No podemos ignorar que haya experimentado la muerte natural, pero en modo alguno para quedar encarcelada bajo el dominio de la muerte, como nos acontece a nosotros. Se trata de un sueño al estilo de aquel que tuvo el primer hombre, cuando le fue quitada una costilla para concluir la creación de la especie humana. Así lo dispuso la Providencia para manifestar un nuevo modo de realizar el tránsito de un estado de corrupción a otro de incorrupción, siendo así que era imposible dejar esta vida temporal, sin que se produjera la disolución de los elementos de los que se compone el ser humano.

Como si una voz espléndida resonara desde lo alto, ella nos dice: “yo no he encontrado ninguna de las leyes de la naturaleza, sino que, permanezco en su ordenada dirección, en mi alma, engrandezco al Señor, en el espíritu me alegro (Lc 1,46) y en el cuerpo me transformo y obtengo una definitiva plenitud por obra de Dios, que en mi seno realizó la maravilla inenarrable de su encarnación, cuando, sin abandonar la divinidad, asumió nuestra humildad, nos restauró y regresando después al cielo del que nunca se había apartado, obtuvo que nosotros participáramos de los bienes espirituales.”

“Acerca de mi transito tendréis un conocimiento más exacto, si observáis que mi cuerpo, objeto de este traslado y emigración, es el tabernáculo terreno y virginal dentro del cual Jesús, siendo Dios asumió un cuerpo, y, siendo simplísimo, tuvo dos naturalezas.

El cuerpo de María, Madre de Dios, guarda mucha relación con la vida, porque recibió en su seno al que tiene toda la plenitud de la divinidad, origen y termino de toda vida”.

¿Cómo podría estar postrado en el lecho de la muerte este divino tabernáculo, pues la Madre de Dios, habiendo tomado el Señor la imagen y la naturaleza humana dentro de esta creatura escogida, para dar comienzo a nuestra generación?

En virtud de este misterio escondido, Ella ha sido constituida Reina de los hombres. Mientras Ella permaneció en la tierra, no se distanció del modo común de la existencia humana.

Hoy la que había albergado al que es la vida, emigra, hacia una nueva vida y comienza a habitar en el lugar propio de la vida inmortal, que está libre de toda afección carnal y terrena. Oh que gran maravilla! No aparece la corrupción en su parto, ni tampoco en su sepultura. La que de un modo admirable pudo contener, en la pequeñez de su seno, a Dios que es ilimitado en su grandeza, hoy tendida sobre un lecho delimitado y pequeño, al celebrarse sus exequias, es transportada por manos de santos. Aquella cuyo seno sirvió de trono, al que se sienta sobre querubines, es depositada en una tumba excavada en la piedra, y la que en su parto, causó admiración a los ángeles, hoy es conducida en triunfo, por el coro de los apóstoles, que transportan este tabernáculo, que es su cuerpo.

Estos son, oh Madre de Dios, los misterios de tu gloriosa dormición; esta es la alabanza de tu partida; estos los recuerdos que preceden y siguen a la sepultura; estas las circunstancias que rodean tu incomprensible traslación.

4) La dormición de la Virgen en los relatos árabes:

A manera de introducción, recordemos los primeros testimonios del contacto entre los árabes y el cristianismo naciente. El nuevo testamento (Hch 2,11.41) nos narra cómo los árabes escuchan en su propia lengua, el discurso de Pedro en Pentecostés y como muchos de ellos fueron bautizados. Igualmente en (Gal 1, 15-17) y en (2 cor 11,32) se narra la huida a Arabia de Pablo.

En el concilio de Éfeso los partidarios de Nestorio al no comprender el valor teológico del término Theotokos, formaron la iglesia Nestoriana, es decir, la iglesia Siriaca oriental y la iglesia asiria. Al grupo monofisita pertenece la iglesia Siriaca occidental jacobita y la iglesia copta.

Es a partir del siglo X cuando las iglesias de Egipto, Irak, Siria y Líbano comienzan a abandonar sus lenguas autóctonas (copto, siriaco y griego) y a emplear el árabe tanto en su liturgia como en su literatura.

Llámese de otra parte, literatura árabe cristiana, al conjunto de obras que escribieron los autores árabes-cristianos para los propios cristianos.

Si rastreamos y buscamos indicios, podemos ver que el tema de la Asunción (dormición) de la Virgen se desarrolló tempranamente.  El relato conocido como el libro etiópico del reposo de la Virgen, se considera el texto más cercano a este arquetipo, igualmente podemos mencionar los fragmentos siriacos denominados las exequias de María (Siglo V).

Tres son los temas literarios básicos a saber: el tema del descenso, el de la ascensión y el de la muerte.

María triunfa definitivamente sobre la muerte, al subir al cielo y su cuerpo queda finalmente, a salvo, al ser sepultado en el paraíso. El cielo es el lugar propio de su naturaleza.

En cuanto al tema de la muerte, aparece estrechamente relacionado, con el arquetipo de la muerte  y el renacer y con el desarrollo que este experimenta durante la ascensión de la heroína al mundo superior donde se libera de la muerte, y disfruta de una vida nueva.

Cuando la Virgen asciende a las moradas de gloria, contempla a los dichosos habitantes del cielo cristiano, justos que ya disfrutan de la gloria. La Jerusalén de lo alto es la heredera de las promesas divinas. Los relatos de la dormición materializan esta idea situándola en el tercer cielo. Allí acuden, Cristo, la Virgen y los apóstoles para conmemorar la asunción de la Virgen. Cristo invita a su madre a vivir definitivamente en esta ciudad celestial.

La iglesia copta celebraba, muy posiblemente, desde finales del siglo VI a principios del siglo VII, una doble conmemoración mariana: su muerte o dormición, el 21 de tubé, (enero) y su asunción gloriosa el 16 de mazaré (agosto), siendo la primera, anterior en el tiempo a la segunda.

Algunos atribuyen la fiesta del 16 de mazaré el patriarca Teodosio de Alejandría. El emperador Mauricio, a finales del siglo VI (582-602) construyó una iglesia sobre el enclave de la originaria para conservar el sepulcro mariano. Una vez que la Virgen ha muerto, comienzan las diferencias acerca de la suerte que corrió su cuerpo tras la sepultura. Los textos griegos hablan del tránsito y de la incorruptibilidad del cuerpo, mientras que los que proceden de los siriacas son favorables a la resurrección de María.

Todos admiten la muerte de la Virgen, sin especificar el momento en que ella entrega su espíritu a Cristo. Todos atisban que el cuerpo de María no podía correr la misma suerte que el cuerpo de los mortales. Notase como los textos de la tradición árabe son reelaboraciones de los relatos de otras tradiciones, uno de ellos, es el desarrollo de la escatología celestial, cuyo elemento más significativo es la celebración de la Eucaristía en la Jerusalén celestial.

Se incluye en la narración el retraso del apóstol Tomás, cuya finalidad es apoyar la creencia en la resurrección – asunción del cuerpo de la Virgen.

Los textos coptos a diferencia del resto de los árabes, no narran el entierro del cuerpo de la Virgen en Getsemaní, sino que al huir los apóstoles, los ángeles los recogen y los suben al cielo. Veamos a continuación el pensamiento de dos autores representativos a saber:

A)                                                 Cirilo, Arzobispo de Jerusalén.

Así narra el autor la muerte de la Santísima Virgen María. Cantad salmos, hermanos míos, pues ha llegado la hora. En ese momento el rostro de la Virgen purísima brillo como un rayo de sol. Extendió sus manos y bendijo a todos los que estaban presentes. Yo, Juan, fui el que cerró los ojos de la Santa Virgen Purísima con mis manos; nuestro Señor el Mesías, a Él la gloria, amortajó su cuerpo puro con sus santas manos, luego nos dio la paz luego subió a los cielos.

 Cuando los judíos oyeron la salmodia se irritaron, algunos de ellos salieron con la intención de quemar el cuerpo de la Virgen, Teofanes se adelantó para arrojar el sagrado cuerpo, un ángel se adelantó y con espada de fuego cortó sus brazos.

Tomás, llamado El Mellizo, se presentó sobre una nube brillante, vio el cuerpo de la Virgen Santa María, sobre un carro luminoso alrededor del cual todos los ángeles, alababan magníficamente a la Virgen y la subían con ellos.

Cuando los ángeles tomaron de la gruta de Getsemaní el cuerpo de la Santa Virgen María y lo llevaban al paraíso con una gloria magna e indescriptible, eran las 3 del 16 de mesare (agosto).

En aquel momento nuestro Salvador el Mesías, descendió sobre un carro tirado por querubines, los apóstoles se arrodillaron ante Él, luego el Señor se dirigió al cuerpo de su madre y pronunció estas hermosas palabras – paz a ti, cuerpo santo, en el que viví nueve meses para restaurar de nuevo al hombre. ¡Otra vez para ti sencilla madre mayor que los actos es que la tierra, área mía donde habité!, ¡paz a ti, madre mía intercesora de los hombres, mayor que todas las creaturas! El autor enseguida como el apóstol Juan regresó a  Éfeso y la Virgen intercede por los pecadores.

B)                                                 Teófilo de Leandra:

Su única obra conocida es esta homilía sobre la asunción de la Santísima Virgen María (cfr: manuscrito árabe 698 de la biblioteca vaticana).

¡Cantad al señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas! El cual después de su encarnación pura que tomó de la Virgen María, después de su resurrección de los muertos, de su ascensión al cielo, y de sentarse a la derecha de su Padre, del que no se había separado, traspasar el tiempo, envió a todos sus santos apóstoles, junto a la Purísima, para que tuviera noticia de la promesa destinada a ella en lo alto, fue elevada al cielo, la que es más elevada que los cielos y más excelsa que los serafines. Si Él concedió y preparó el reino de los cielos a sus santos y también abrió los cielos al ladrón de la derecha por una sola palabra (Lc 23, 19-40), cuanto más no iba a hacer con la que fue digna de ser su morada, puesto que Él quiso encarnarse en Ella. Mereció también ser llevada al sepulcro, por los apóstoles, santos  pues es la madre de todos, como el Hijo único de Dios llamó a los discípulos “hermanos”, porque son sus hermanos respecto al cuerpo santo, en cuanto a la divinidad. ¡Sea glorificada la morada pura, santa y casta de Dios, desde la que brilla la bendita luz divina!

 La Virgen santa agradó a Dios Padre, agrado al Hijo el Verbo Eterno, engendrado por el Padre antes de todos los tiempos, agradó al Espíritu Santo, al señor vivificador que hace agradables todas las cosas, hacedor de todo y de los herederos del reino de los cielos.

La asunción del cuerpo de la Santa y la subida al cielo fue el día 15 de agosto (16 de mesare) los cielos y la tierra se alegraron, los ángeles entonaron salmos y los hombres alabaron a la madre del Rey Celestial, que dio el Mesías al género humano. ¡Gloria a la Madre pura de Dios, al arca llena de gloria, a la roca no hendida, a la fuente de la vida que es el Mesías que dice: “quien esté sediento, que venga a mí y que beba”!

En el cielo se ha convertido en la intercesora de todos, llegó a ser destacada con Dios, ha recibido un don espiritual excelente, ha dado la palabra de gracia y el conocimiento de la sabiduría.

Las entrañas de Nuestra Señora han dado su fruto en su tiempo, el cual es el Pan que no se consume ni se agota nunca, el Mesías que dice: “yo soy el pan de vida” el fruto que nos ha dado nuestra tierra es la Madre Virgen, que es nuestra y de todo el orbe, la Señora de todos, que conoce los pensamientos de todos y a todos conforta.










Conclusión



Hemos espigado en las numerosas literaturas orientales estos hermosos panegíricos a manera de ejemplo.

Damos así por concluido la primera parte de este trabajo acerca de la dormición de la Virgen reservándonos para un futuro trabajo la segunda parte: la asunción en occidente.


Plegaria final

¡Abogada infalible de los cristianos, mediadora permanente ante el Creador, no desoigas las súplicas de los pecadores, Tú que eres buena, adelántate a socorrer a los que te imploran con fe: ¡apresúrate a interceder, no tardes en salvarnos, oh Madre de Dios!









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