miércoles, 23 de abril de 2014

El Verbo anunció a María



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

Jesús resucitó y saludó a su Madre: “Alégrate llena de gracia, mi alma es contigo”.

Esa hipotética salutación pudo ser la gracia sublime de un hijo agradecido porque María “…Después de que Jesús es colocado en el sepulcro es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la Resurrección…” (Catequesis del papa Juan Pablo II durante la audiencia general del 3 de abril de 1996).

La Santísima Virgen María, en su función de Corredentora, comenzó a preparar con su dolor una certeza distinta a partir de que su alma (Jesús) fue traspasada por la lanza de Longinos. La voz de Simeón se acalló para siempre. El reloj marcó los segundos de la angustia, era la historia de la desolación. Dios había muerto.

Luego vendría la terrible espera de la Dolorosa al recitar una esperanza sostenida por su fe hasta el estallido glorioso del Aleluya (alabad a Dios).

La Resurrección iluminó el destino de la humanidad y opacó otros momentos como el instante exacto del acontecimiento y la segunda anunciación a María. Quizás para los redactores del Evangelio la contundencia del suceso supremo les hizo pasar por alto esos detalles que no cambian el cumplimiento estricto de la profecía. Lo cual tampoco es un obstáculo para que los lectores se pregunten: ¿A qué hora resucitó Jesús? ¿Y qué le dijo a su madre?

El primer interrogante podría ser fácil de responder. La Escritura dijo que resucitaría al tercer día, es decir el domingo. Esa fecha  comienza a las cero horas. Si se suma el tiempo que Mateo fijó, las tres de la tarde (27:45-50), para el fallecimiento, hasta el primer instante del domingo daría 33 horas. Una hora de muerte por cada año de vida de Jesús en la tierra.

Eso se deduce de la aclaración que le hizo el apóstol Pablo a los gentiles: “…Fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras…” (1 Corintios 15, 4), no a los tres días porque sería lunes. Ahora, que las mujeres hayan ido a ver la tumba vacía, unas horas después, tal vez cinco de la mañana no altera el horario profetizado.

La segunda pregunta es más compleja, pero se puede pensar que si el ángel anunció a María la encarnación del Verbo. El Verbo hecho carne anunció a María su resurrección. Jesús pudo haber repetido a su Madre: “Bendita tú que has creído”. (Lucas 1, 45).

Y después de recibir la palabra de Jesús glorioso, la bienaventurada Virgen María se puso en camino para ir a anunciarles la buena nueva a las mujeres, sus compañeras de infortunio en el Gólgota.

La madre predicó, como antaño lo hizo con Isabel, y le susurró, inundada de dicha, a la Magdalena: “…Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador…” (Lucas 1, 46).

Sí, la Madre de Dios, fue el primer testigo de la Resurrección por eso la Iglesia se dirige a Ella, en el tiempo de la Pascua, con el titulo de Regina coeli.

“V Alégrate, Reina del cielo. Aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno. Aleluya.

V. Ha resucitado, según predijo. Aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios. Aleluya.

V. Gózate y alégrate, Virgen María. Aleluya.
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente. Aleluya.

V. Oremos: Oh Dios que por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén”.

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