sábado, 2 de julio de 2016

Salve a María Santísima en su advocación del Campo


¡Oh! ¡Salve, salve salve
 a ti Reina del Cielo
de los hombres consuelo
y Madre de piedad!
Salve lirio del campo,
purísima azucena
salve, de gracia llena
océano de bondad.

Dulzura y vida  nuestra,
refugio y esperanza
todo por ti lo alcanza
el hombre en su  orfandad:
porque en tu mano campo
tienes rico tesoro,
y son sus flores de oro
de inmensa caridad

¡Oh! Salve, a ti llamamos

Los tristes desterrados,
de miserias cercados
en este negro mar:
que a ti madre mía,
a ti es que suspiramos
a ti a quien invocamos
llorando sin cesar.

Dulcísima abogada,
compasiva nos mira,
y aplaca la justa ira
de nuestro amante Dios;
y cuando acabe el crudo
destierro en que gemimos,
sálvanos pues pusimos
nuestra esperanza en vos.
Del Campo ¡Oh Dulce Madre!
a tu Hijo Sacrosanto
muéstranos, por el llanto
que baño vuestra faz.
¡oh clemente María,
dulcísima y piadosa!

Tomado de Historia y novena de María Santísima Madre de Dios y Señora Nuestra en su imagen y advocación del Campo.

La consagra su culto el convento de San Diego de religiosos franciscanos recoletos de esta ciudad de Santafé de Bogotá, en cuya iglesia se venera.

Imprenta de Espinosa por José Ayarza, 1845.


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