jueves, 12 de julio de 2018

María Ramos, la perseverancia de la fe




Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

Las primeras líneas de la historia extensa de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá son las jaculatorias de la señora Ramos, 1586.

“¿Hasta cuándo Rosas del Cielo habéis de estar tan escondida?” fueron las preces de la mujer, que reclamó un tiempo mariano.

La súplica, ante un trapo roto, sucio y desteñido, llegó hasta el corazón de Dios. Y el Altísimo derramó su gracia sobre el pueblo que estaba en las tinieblas de la doble idolatría, aborigen e hispánica. La fuerza del Espíritu Santo renovó la pintura descolorida y la Santísima Virgen María, en su visita a Isabel de Turga, ejerció su patronazgo sobre una tierra bendecida por el canto del magnificat: “…porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación…” (Lucas 1, 49-50).

La dinámica del suceso dejó adherida a doña María Ramos a una línea de tiempo que la trazó el principio del prodigio. Sin embargo, su vida quedó relegada a un rincón del olvido donde la memoria reclama menos silencio y más investigación.

La queja viene de don Marco Suárez, el único devoto de Ramos, que medita sobre el ejemplo de oración que le heredó a Colombia aquella española indomable en sus virtudes teologales.

Suárez expone un nuevo concepto que permite indagar sobre la conducta mística de la española bendecida. Este tema se suma a las otras entregas, ya publicadas, donde se teje un perfil que dibuja la personalidad evangelizadora de Ramos.

Algún día, cuando la nación católica y agradecida vuelva sus ojos a la crónica de antaño encontrará las tesis del pionero de una biografía que se escribe por ratos y retazos. Son frases que restauran la vida de la protagonista, testigo de la restauración de una pintura en una manta de algodón más ancha que larga.

Suárez explicó:

“Me llama la atención que el lienzo (a pesar de lo dañado que estaba) inspira a María Ramos a escribirle a la Virgen. Es más podríamos decir que Ramos fue la primera escritora de la advocación de la Virgen de Chiquinquirá. Por tal razón me parece muy importante tener presente su imagen en el momento que se vaya a escribir algo de la Virgen Nacional.

María Ramos de tanto mirarla se fue llenando de su presencia. El mayor dolor para María Ramos no era ver el cuadro roto, sino la ausencia de la Rosa del Cielo en él.

Ella logró entrar en el misterio de lo divino, sin que la perturbara el daño de lo material. Es por el amor de María Ramos que María Santísima se deja ver, para ella y para millones de peregrinos.

Tantas cosas que se escriben y dicen de la historia y tan lejos de la realidad”.

El pequeño discurso queda a disposición de los lectores que fielmente han seguido el blog de la Sociedad Mariológica Colombiana. Es miel para los que disfrutan de saborear nuevos argumentos que sustentan la devoción por el buen ejemplo.

Estos y otros planteamientos servirán, Dios mediante, para obtener los requerimientos pertinentes para abrir un proceso canónico que le otorgue el título de venerable porque la Villa de los Milagros ya la declaró santa.

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