jueves, 11 de octubre de 2018

Examen de conciencia




Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

El rector del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, fray Nelson Novoa, O.P., levantó su voz en la fiesta patronal del santo rosario (7 octubre) y lanzó varias preguntas al gentío que se quedaron sin respuesta. La vehemencia del discurso calló otras, que le corresponde a la venerable Orden de Predicadores contestar.

Y el cuestionario resulta extenso y doloroso porque parte del temario lo debe responder la autoridad civil y sus fracasos.  Además, existen las interpelaciones escritas en la conciencia de los raizales. Ellos, los chiquinquireños, no las hacen porque no les interesa cambiar para mejorar.

Como nadie responde por las arengas del clero, los comerciantes y las autoridades municipales, entonces son los peregrinos los encargados de indagar. Un resumen de las interrogantes, sin solución, cuestiona:

¿Por qué se reza una especie de jerigonza incómoda que dice: “Alégrate María, el Señor está contigo” y no el avemaría como Dios manda? ¿La teología del santuario mariano ya no tiene vida?

¿Por qué no hay confesores a diario en la basílica? ¿La carta de su santidad Pablo VI a los rectores de los santuarios marianos (mayo 1971) pasó de moda?

¿Por qué no hay personal capacitado para atender los museos de la Renovación y el de la Coronación?

¿Por qué se publica información de calidad conceptual deficiente y con errores garrafales de ortografía y de historia sobre el misterio de la renovación del lienzo de la Virgen?

¿Por qué no hay funcionarios dedicados a recibir a los turistas y peregrinos en la terminal de transportes? ¿Por qué no hay una información adecuada para que los católicos no confundan basílica con catedral?

¿Por qué no se ha solucionado el problema del desabastecimiento del agua? ¿Por qué san Andrés sigue sin su cruz en el parque David Guarín?

¿Hasta cuándo Chiquinquirá tendrá en sus hijos, que viven de la romería, un monumento a la indiferencia?  Sus frases son: “no hay, no sé dónde queda, no se vende, no está, no se abre a esta hora, no tengo idea, el encargado no vino y no se puede”.

¿Por qué los grupos musicales de compositores nacionales y particularmente los de Chiquinquirá no tienen mayor cabida en las fiestas patronales del santuario?

¿Por qué los mariachis cantan Guadalupana en la fiesta de la Virgen de Chiquinquirá?  ¿Será que no hay identidad ni folclor musical en Colombia?

¿Por qué en la Casa de la Cultura no se promueve un curso de historia de la Ciudad Promesa, entre otros temas vitales para la memoria?

¿Por qué la Plaza de la Libertad se convierte en el recinto del libertinaje? ¿Por qué no se cambia la estatua de Bolívar, que le da la espalda al templo, y se coloca un ángel de rodillas frente a la basílica? ¿No sería mejor llamarla la Plaza de la Anunciación?

La lista es extensa y el trauma lacerante porque como bien lo expresó el obispo de Tunja, monseñor Maldonado Calvo, cuando el entredicho canónico de 1918: “la ciudad es de la Virgen y no la Virgen de la ciudad”.




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