Dios de gran misericordia, tú que
enviaste a tu Hijo único como la más grande prueba de amor y misericordia
insondable, no rechazas a los pecadores. Al contrario, con tu insondable
misericordia les abriste el tesoro del que pueden sacar en abundancia, no sólo
la justificación, sino toda la santidad que el alma llega a alcanzar.
Padre de gran misericordia, deseo
que todos los corazones se tornen hacia ti con confianza hacia tu misericordia
infinita. Nadie se justificará ante ti si tu misericordia inconmensurable no lo
acompaña. Cuando tú desvelarás el misterio de Tu misericordia, la eternidad
será poco para agradecerte como conviene.
¡Cómo es dulce tener en el fondo del
alma lo que Iglesia nos ordena creer! Cuando mi alma está inmersa en el amor,
resuelvo claramente e instantáneamente las cuestiones más difíciles. Sólo el
amor es capaz de pasar precipicios y cimas de montañas. El amor, una vez más, el amor.
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