miércoles, 25 de junio de 2014

Un colombiano llamado Jesús de Nazaret

  
Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

La devoción y la geografía se unieron en Colombia el 22 de junio de 1902.  Ese día monseñor Bernardo Herrera Restrepo consagró el país al Sagrado Corazón de Jesús para pedir el fin de la Guerra de los Mil Días.

La contienda acabó y por 30 años hubo paz entre los surcos de dolores de un siglo de matanzas fratricidas. La generación patriarcal que ofreció sus votos pasó a sus hijos la valiosa tradición de sus mayores.

De la liturgia se pasó al rito que sostenían las buenas matronas con sus camándulas de nácar… La fidelidad se convirtió en un ritual folclórico en los pueblos amantes de sus valores vernáculos. El amor superior se erosionaba en el alma nacional.

El tiempo del olvido llegó y el pecho abierto de Jesús se convirtió en un gran retrato a color. La figura vivía entre un sólido marco dorado que colgaba en la sala principal de las señoriales casonas de las venerables abuelas.

Los nietos de una generación valiente dejaron erosionar sus más caros valores dentro de la masificación de las modas extranjeras donde hoy todo parece ridículo… “BUM”.

Infortunadamente este artículo debió quedar inconcluso, a manera de protesta, porque un petardo explosivo, colocado en el CAI del parque de la Iglesia de Lourdes en Chapinero, explotó a las 4:46 pm del 20 de junio de 2014 y estas páginas fueron interrumpidas por los ecos del horror de una paz sin Cristo.


Las ondas expansivas rompieron los ventanales de la Oficina Arquidiocesana Pro-culto al Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la calle 63A nro 10-21… ¿Bogotá, Bogotá, por qué me has abandonado?

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