miércoles, 29 de marzo de 2017

El avemaría fracturada



Por Julio Ricardo Castaño Rueda
Sociedad Mariológica Colombiana

El anunció de la encarnación del Señor, misterio entregada por el ángel Gabriel a la Santísima Virgen María, se ha convertido en una moda de oración repetida a capricho del error.

¿De dónde surge esa manía reformista para profanar la declaración de amor de Dios por la humanidad? La respuesta es sorprendente: de los católicos esnobistas.

Ellos decidieron rezar el avemaría en soterrado duelo contra la humilde Constitución Apostólica Fidei depositum para la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica escrito en orden a la aplicación del Concilio Ecuménico Vaticano II. Juan Pablo, obispo. Siervo de los siervos de Dios para perpetua memoria. (1992).

Entonces en aras de un ejercicio didáctico que intenta, nuevamente, remover vigas en las voces ajenas se suplica de hinojos rezar el avemaría como lo manda la Iglesia.

Lo correcto es: Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;”  y no “el señor ESTÁ contigo”.

Lo correcto es: Santa María, Madre de Dios,  Y no “Santa María, Madre de Dios y mamita nuestra o prima nuestra”.

Lo correcto es ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén. Y no “ruega por nosotros LOS pecadores”.


Los desajustes doctrinales y gramaticales no se detienen en su misión de aniquilar la tradición que se sustenta en la Biblia y en más de 500 años de evangelización con el santo rosario.

La situación pasó a ligas mayores. Algunos presbíteros e importantes prelados decidieron darle una estocada al corazón del avemaría.

Por ejemplo, “alégrate María en el misterio de la visitación y por este medio recordamos a los pobres desplazados de Colombia” y sigue un discurso de sonsonete ideológico que se une con la tercera parte del avemaría en un ruego forzado de esperanzas políticas.

Lo doloroso de ese injerto es que los peregrinos que llegan de rodillas para visitar a la Patrona al Santuario Mariano Nacional de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá se quedan estupefactos. Los romeros oyeron a un obispo dominico con su “alégrate María” apoyada en una consigna socialista. “Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11, 1).

Y como la voluntad del Altísimo aún está vigente y se expresa en el catecismo sería bueno releer el texto: “En comunión con la Santa Madre de Dios”, numerales 2673 a 2677.

“Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres 
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto 
de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén”.


En conclusión, la palabra de Dios y la sana doctrina de la Iglesia católica no son cuestiones pasajeras o de opinión que deben adaptarse al gusto del consumidor de cultos.

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