martes, 19 de marzo de 2024

San José, el custodio de Bogotá



Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

“José hizo como el ángel del Señor le había mandado”. (Mt 1,24)

 

El misionero vicentino Gabriel Eduardo Alfonso Pérez recordó que los viajes familiares de su infancia pasaban muy cerca del Santuario de Nuestra Señora de la Peña. La flota que iba por la ruta a Choachí tomaba una curva ascendente que le permitía contemplar una capilla blanca. Al preguntarle a sus mayores por la edificación le contestaron: “allá vive la Patrona de Bogotá”.

La niñez de los años sesenta se convirtió en adolescencia. La juventud lo llevó por las bellas rutas de la geografía nacional donde encontró las escuelas profesionales que modelaron su existencia, el periodismo y su devoción por san José.

Esa veneración por el patriarca de Nazaret lo invitó a conversar con este medio sobre las tareas fundamentales del carpintero en la historia de la Virgen de la Peña, su esposa.

Alfonso hizo énfasis en el acto institucional que la escultura guarda sobre las tradiciones de la capital. Su hallazgo, sobre el escarpado cerro del Aguanoso, dejó una huella imborrable en la crónica urbana de la antigua Santa Fe, la Perla de los Andes.

La impronta del milagro marcó el derrotero de un pueblo alejado del mar y aislado, entre las arrugas orográficas de la cordillera, de los rumbos del progreso. Sin embargo, los senderos precolombinos de los páramos pronto se colmaron de promeseros que subían al Reino para contemplar la maravilla, el rostro mariano de la montaña.

Y es justamente aquí, donde la observación profunda de aquel prodigio, permite al señor Alfonso descifrar los secretos encantos de la imagen. San José le ofrece a Jesús, por medio del fruto del granado, la capital del Nuevo Reino de Granada. María, la Virgen prudente, permanece expectante. Ella respeta la conversación de José con su Hijo. La Inmaculada comprende y promueve la misión que existe en la comunicación paternal de José con su amadísimo Niño.

De ese diálogo benigno surge una condición exclusiva que convierte a la advocación en una edificadora de la identidad cultural de la metrópoli. La Reina del Cielo y su familia ejercen un patronazgo divino sobre la Ciudad del Águila Negra.

Así, el humilde oficio de san José, el de hacer las obras perfectas, se traduce en el arte de sus manualidades. Técnica que ayuda a construir una sociedad civil justa bajo los esbozos del sagrado ebanista. Su tarea debe perdurar en el tiempo al tener como ejemplo a una trinidad de santidad en la tierra: Jesús, María y José.

El varón virtuoso se convirtió en el protector de Bogotá. Su rostro, de gesto noble, pareciera decir, desde el cerro de los Laches, “salve, urbe capitolina, soy tu defensor”. La interpretación de la postura del conjunto escultórico le autoriza a indagar y descubrir un aspecto místico, el de un legado escrito en piedra, explicó el devoto.

Para el fervoroso josefino existe un último punto escondido en la simbología de las formas de las estatuas. Se trata de la postura silente de María y su proverbial prudencia. Ella concede que su Hijo unigénito reciba el legado de su padre putativo en esta tierra sabanera. Esa rica herencia se comprende mejor con una frase síntesis: “Hazle a san José el patrono de tu familia y pronto tendrás una prueba tangible de su mano protectora”. San Pedro Julián Eymard.

 

3 comentarios:

  1. San José santo custodio de tierras bogotanas...algo olvidadiza

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  2. San José bendito educa verdaderos hombres para Dios y protege nuestras familias y nuestra fe de tanta ingratitud.

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