miércoles, 7 de septiembre de 2022

La hija de Frank Duff

                                                                      Foto J.R.C.R.



Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

 

Solo en la medida en que el legionario posea la santidad, podrá servir de instrumento para comunicarla a los demás”. Manual. Cap. 8.1

La Legión de María es un taller de santos. Así la creó Frank Duff, un laico tesonero, que encontró en El tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen un tesoro al alcance del alma.

Él, inspirado en esa obra, fundó la Legión, la profecía de san Luis de Montfort, el 7 de septiembre de 1921 en Dublín, Irlanda.

Allí están puestas las esperanzas de la Iglesia misionera. Y la misión, por mandato divino, es la santificación personal. La palabra santidad, paradójicamente, pareciera albergar en su semántica una utopía. La quimera, lejana e inalcanzable, habita en la conciencia de los católicos. Si existe la duda metódica basta con preguntarle a un feligrés si desea ser beato. La respuesta tiende a ser invariable: “Sí, algún día. Quién sabe porque soy pecador”.

La disculpa se convierte en muletilla y la coletilla en una conducta repetida y sin certidumbre. En ese estado dubitativo es donde la virtud no puede iniciar su proceso de elevación hacia Dios. Pareciera quedar enredada entre las múltiples angustias aprendidas de la cotidianidad repleta de costumbres sin fe.

El remedio para esa parálisis, individual y colectiva, de la sociedad posmoderna, es el ejército de María Santísima que lucha, en orden de batalla, contra el mundo y sus fuerzas nefastas. Los praesidia viven el apostolado de la mística cristiana.

Hoy esa escuela, en su centésimo primer aniversario, marcha al ritmo glorioso del santo rosario para colmar el cielo de legionarios justos.

 

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