jueves, 28 de septiembre de 2023

Zipaquirá, tierra mil veces dichosa


 

 

Por Julio Ricardo Castaño Rueda

Sociedad Mariológica Colombiana

. «¡Así pues, está Dios en este lugar y yo no lo sabía!» (Gn. 28, 16)

 

Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá culminó su peregrinación (María en el corazón de Colombia) en la Villa de la Sal acompañada de sus guardianes, los frailes dominicos, el pasado 23 de septiembre.

La muchedumbre se aglomeró infinita al paso de la Rosa del Cielo que estrenó el papamóvil de su Santidad Francisco en su regreso a la capital salinera.

El veredicto del gentío fue abundante en las manifestaciones de un amor agradecido. Eucaristías en los templos parroquiales, banderas de colores, pólvora, altares, flores, lluvia de pétalos y en ese vórtice de homenajes la manifestación estalló gigante en el triduo del promesero:  alegría delirante, súplica humilde y llanto delicado.

La multitud imploraba, entre las filas interminables, un instante frente al lienzo, réplica del original. La aglomeración densa buscó con furor el contacto contra el cristal protector del cuadro. Rozar el testimonio de un milagro interminable movía el interior de las almas en un secreto de voluntades. El misterio de María Medianera se desbordó con su torrente de gracias. El tropel, que asediaba al séquito, recordó las palabras de Jacob: “Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo” (Gn. 28, 17).

El paroxismo místico de la concurrencia llegó a su cumbre con al acto de palpar el marco de la pintura. Así, María de Chiquinquirá guardaba a sus hijos en el Corazón de Jesús, el Redentor. ·La caravana se decía para sí: “Con sólo tocar su manto, me salvaré”. (Mt. 9, 21).

 

 

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