jueves, 3 de mayo de 2012

Antología mariana de Ismael Perdomo

(De sus pastorales a la fiesta de la Inmaculada Concepción de 1935-1948).

1935: “La salvación de los devotos de la Madre de Dios ha venido a ser una de esas verdades prácticas plenamente demostradas por la persuasión misma de los fieles y por la predicación diaria y constante de los oradores sagrados. Sobre un punto de dogma o de perfección cristiana, Dios no permite el error universal del pueblo cristiano; pues bien: hace muchos siglos, desde la cátedra sagrada, tanto en las grandes ciudades como en las capillas rurales, de una manera constante se enseña al pueblo la doctrina de que un hijo de María, un verdadero devoto de Nuestra Señora, no se condenará”.

1936: “La Iglesia nos enseña a llamarla y saludarla con el grandioso título de Reina, y además con el tierno nombre de Madre de Misericordia: esta invocación nos explica los verdaderos motivos de la confianza que los católicos tenemos en la Santísima Virgen. No podemos tener confianza sino en quien puede y quiere socorrernos, puesto que donde falta el poder o el querer, es flaca la confianza”.

1937: “Debemos tener una confianza absoluta en María Santísima y esa confianza se funda en el poder y en la bondad de Nuestra Señora. El poder no le viene de sí misma; su poder es de intercesión, porque Dios no quiere negar cosa alguna que esté puesta en razón, a la que ama y aprecia más que a todas las criaturas”.

1939: “La Santísima Virgen tiene ante Dios un poder de intercesión superior al que tienen todos los ángeles y santos juntos, porque posee un tesoro de gracia superior al de todos los bienaventurados juntos; porque Dios la ama más que a todos, y le otorga lo que pide y ruega por nosotros, por ser su Madre y porque es, entre las puras criaturas, el ser más amado”.

1940: “Nunca Dios amó tanto a una simple criatura, nunca un hijo amó a su madre como Cristo a la suya. Y podemos decir que María fue, entre las criaturas, el primer objeto del amor de Cristo. Por eso cerró con broche de oro las obras de su amor llevándose al cielo en cuerpo y alma a su Madre, para que reine como soberana a la diestra de su Hijo”.

1941: “Deseando que todos seamos sólida y filialmente devotos de Nuestra Señora, hacemos, en nombre de todos y de cada uno de nuestros fieles, un ruego, una súplica pidiéndole que Ella nos alcance de su Hijo Santísimo la gracia de honrarla y venerarla, de amarla y de invocarla con tan filial confianza, como Él quiere que honremos, amemos, e invoquemos a la que es su Madre”.

1942: “Aún a los bienaventurados que gozan de Dios en el cielo se extiende la potestad de María. Tiene sobre ellos potestad regia porque la gloria esencial de que gozan, depende de la gracia que María les procuró. Y la gloria accidental de los bienaventurados, como la de los ángeles, crece y se aumenta por María; ora por la comunicación de la ciencia y de revelaciones, ora por el gozo que experimentan en su presencia, ora por las almas que se han salvado mediante la intercesión de María; ya por los triunfos que la Madre de Dios ha obtenido para la Iglesia, ya en fin, por la dignidad, la gloria y honor que han conseguido sirviendo a Nuestra Señora”.

1943: “María, en virtud de los méritos del Redentor, arrolló al infierno, quebrantó su poderío, derrotó sus imperios. Aquella primera victoria de María, obtenida ya desde el primer momento de su animación, dióle derecho de imperio universal de todas las criaturas, al que fue levantada por Dios al hacerla su Madre, y del cual tomó posesión al ser colocada en el trono de la gloria; María como Reina Universal, todo lo puede en el cielo y en la tierra; y como Reina de la Paz, puede y quiere restablecerla en el mundo”.

1944: “Después de Cristo, a nadie corresponde más alto grado de gloria que a María, su Madre Santísima, Reina del Cielo y Reina de los Ángeles; a nadie, tampoco, por consiguiente, un más amplio y cabal conocimiento, en la visión beatífica, de todo lo que se refiere a los designios de Dios sobre los hombres, de todo lo que mira a nuestra santificación y salvación. Por eso su poder de intercesión excede incomparablemente al de todos los bienaventurados, y el valimiento de su protección maternal aventaja al de todos los santos y ángeles del cielo.

1945: “La devoción en Colombia a María Inmaculada es tan antigua como su historia de país cristiano; traída a nuestra tierra por la Madre Patria, esa rica herencia nuestro pueblo la ha conservado, cual preciado tesoro, al igual de toda la América española; la Inmaculada Concepción es su Patrona”.

1946: “Al formar Dios a la Santísima Virgen, se preparaba a sí mismo una habitación en donde debía residir, y de un modo más real, más íntimo que en el templo de Jerusalén. ¿Qué mucho pues, que el Omnipotente hiciera verdadero derroche de sus tesoros inagotables para construir ese otro tabernáculo de la Divinidad que es el cuerpo de María?”.

1947: “¿Y cuál es la gloria de que disfruta la Virgen Santísima en el cielo? Podemos explicarla diciendo que así como la gracia de María sobrepuja a la de la muchedumbre innumerable de los elegidos, así la gloria de la Virgen es superior a toda gloria creada; porque la gloria corresponde a la gracia como el fruto a la semilla. Su visión beatífica supera a todas las demás, tanto en intensidad como en extensión. En intensidad, porque tiene por medida la perfección de la luz de la gloria, y ésta corresponde a la perfección de la gracia. Así, pues, cuanto más elevada está la Virgen en la gracia, tanto más penetra su mirada en los abismos luminosos del ser divino”.

1948: “Si es grande este título de Medianera de todas las gracias, si él nos lleva a comprender —en cuanto cabe— las maravillosas prerrogativas de la Reina del Cielo, es también, y por lo mismo, el más propio para despertar y acrecentar en los fieles una inquebrantable confianza en Nuestra Señora, particularmente en la eficacia y en la universalidad de su intercesión, porque justamente intercediendo y orando por nosotros es como María ejerce su oficio de Medianera”.


Si os hubiese sido dado existir antes que vuestra madre, no artísticamente sino en la realidad objetiva, ¿no la habríais hecho como la mujer más perfecta del mundo —una criatura tan hermosa que habría despertado la envidia de todas las demás mujeres— como una criatura tan gentil y cariñosa que todas las demás madres habrían deseado imitar sus virtudes?
Fulton J. Sheen

Consagración de las familias a la Santísima Virgen
Del Excmo. Sr. Juan Manuel González A.

¡Oh María Santísima! Nos congregamos al pie de tu imagen sagrada, para proclamarte Reina, Señora y dueña de este hogar (colegio, etc.), ya que eres por tus virtudes, la Reina de la Santidad; por tus privilegios y dones, la Reina de la grandeza; por tu bondad y ternura, la Reina de amor; por tus sacrificios y dolores, la Reina de los mártires; por tus poderes y gloria, la Reina de la majestad; por tu coronación imperial en el cielo, la Reina de la creación. Dígnate, Señora, aceptar el vasallaje filial y el íntimo rendimiento con que te consagramos este hogar, que ha de ser tuyo por la fe arraigada y generosa, tuyo por la vida cristiana que lo adorne, tuyo por el culto que todos te tributamos con el Santo Rosario —guardajoyas en que se enlazan tus grandezas—; tuyo por la celebración de tus fiestas que han de ser solemnidades de familia y tuyo porque al tierno abrigo de tu regazo, santificaremos nuestras alegrías, y en sus pliegues maternales ocultaremos nuestro dolor y enjugaremos nuestras lágrimas.

Dígnate recibir, María Inmaculada, como un ramillete de aromadas flores, alma, corazón, sentidos y potencias, afectos y pensamientos, inocencia y arrepentimiento, vida y muerte, tiempo y eternidad, íntegra la existencia, de padres e hijos, de superiores y súbditos, para que todos seamos alabanza de tu gloria, imitación de tus virtudes, y participación de tu cielo.

Te suplicamos, Señora, que de hoy en adelante, reines Tú en las costumbres de este hogar, hasta el punto de que escojas nuestras amistades, para que sean vínculos honestos y no cadenas de perdición. Que tu criterio sea la norma de nuestras modas, para que nada haya de equívoco ni reprochable en ellas, menos aún de mundano y paganizante. Que tu recuerdo presida nuestras diversiones para que sean noble esparcimiento; que Tú inspires nuestras labores y negocios para que todo tenga el sello de la cristiana honradez, equidad y justicia. Haya armonía, delicadeza, mutua comprensión y caridad en este hogar, para que seamos capaces de pensar, hablar y hacer bien a todos, por amor a Dios. Sea esta casa suave recuerdo de tu dulce Nazaret y un bello preludio de lo que es el cielo. Amén.

¡Gloria y loor a Ti, Madre de Dios y Reina nuestra!

¡A Ti alabanza sin fin, pues que nos diste a Cristo Jesús, y con Él la redención, la salvación y la gloria!

Tomado de la Revista Regina Mundi

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